| Llega a San Luis una experta en ganadería que le ganó al autismo |
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A los tres años los médicos le diagnosticaron un severo daño cerebral. Pero su percepción aguda y perseverancia revirtieron las cosas. Hoy tiene un extenso currículum lleno de condecoraciones, una película premiada que lleva su nombre, decenas de artículos científicos publicados, un par de libros y cientos de notas que rescatan su enorme trabajo. Temple Grandin es autista, un trastorno que le permitió ver lo que otros no podían y entablar una relación estrecha con los animales. Por su contribución tanto a la psicología como la ganadería vacuna, estará en el país para recibir una nueva distinción: la Universidad de Buenos Aires le otorgará el título de Doctora Honoris Causa.
Durante su visita, hará una única parada en el interior y el 29 de junio pasará por San Luis para dar una conferencia sobre su especialidad: “Psicología y comportamiento animal”. Su llegada ya despertó la ansiedad de cientos de personas de distintos ámbitos y de diferentes provincias, que ya casi ocuparon los 700 cupos establecidos por los anfitriones locales, la FISAL y el Centro de Investigaciones, Desarrollo e Innovación.
Para entender un poco más su trabajo, ambas entidades preparan jornadas tanto en la capital como en Villa Mercedes. Aún no están definidas las fechas, ni el lugar, pero los organizadores anticiparon que proyectarán el filme que retrata su vida y muestra los momentos reveladores sobre los cuales basó sus invenciones e investigaciones.
La ciencia de lo experiencial
Uno de los episodios claves de su historia fue un viaje que hizo a los 16 años al rancho de su tía en Arizona, Estados Unidos. Allí vio que el veterinario usaba una máquina con dos placas metálicas que comprimía a las vacas por los lados, y que la suave presión las relajaba. Por su autismo, rechazaba cualquier contacto físico, pero se dio cuenta de que podía tolerar un sistema semejante. Así creó la “máquina de dar abrazos”, que hasta el día de hoy se usa en niños con este tipo de trastornos.
Esa sensibilidad especial y atracción por las vacas, también la hizo comprender y rediseñar los espacios de trabajo con el ganado, como corrales y mataderos. “Hizo muchísimos aportes a las buenas prácticas que son material de estudio en las universidades”, aseguró Emilio Huguenine, médico veterinario y adepto de sus métodos.
Según explicó, asegurar el bienestar animal tiene decenas de beneficios porque disminuye el estrés y como consecuencia mejora su rendimiento en todos los sentidos: en fertilidad, ganancia de peso y calidad de la carne. “Ella logró demostrar que trabajar en un ambiente tranquilo tiene un impacto económico positivo”, aclaró.
De ahí que sus sistemas fueron implementados en más de la mitad de los frigoríficos y ranchos de Estados Unidos, y fueron exportados a otros países como Nueva Zelanda, Australia, Canadá, e incluso sirvieron como guía de maniobras en establecimientos de Argentina.
La base de sus inventos están sustentados en algunos conceptos, que amplió y les dio un sentido práctico como el de Zona de Fuga y Punto de Balance. El primero consiste en que todos los animales tienen un perímetro, una distancia límite, que si llega a ser sobrepasada por un intruso, reaccionan porque lo ven como una amenaza y obedecen a un impulso natural de fuga. Así demostró que es innecesario recurrir a la fuerza bruta, a los chicotes, picanas, golpes y cualquier tipo de grito ya que las vacas responden a esta lógica.
El segundo, está relacionado con el flujo de movimiento de los animales. “El punto de balance se encuentra en la cruz del animal, el ganado avanzará si el operario se ubica detrás y retrocederá si se ubica por delante”, agregó Huguenine que detalló que siempre girarán en círculos alrededor del operario o el trabajador. En base a esto, Grandin rediseñó corrales y mangas con formas curvas.
En sus experimentos también se dio cuenta de que los vacunos tienen una visión dicromática, casi en blanco y negro, por lo que les cuesta darse cuenta del volumen de las formas. “Es fácil que se confundan una sombra con un pozo, por ejemplo”, detalló. Por lo que determinó que los lugares de trabajo, como las mangas, deben tener recubiertos con tablas sus laterales para evitar las infiltraciones de luz que puedan distorcionar la visión de las vacas.
“Lo interesante de esto fue que todo lo que percibía lo desarrolló en teorías que luego logró demostrarlas estadísticamente. Comprobó que tratar bien a los animales, en un ambiente tranquilo mejora su productividad en todos los sentidos”, comentó y detalló que actualmente es asesora de los establecimientos proveedores de Mc Donals, la famosa marca de hamburguesas, en Estados Unidos.
Sin quererlo se ha convertido en una referente en temas de bienestar animal y también para la comunidad autista. Una mujer diferente que marcó la diferencia. |
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