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Así definió Lorenzo Basso, secretario de Agricultura de la Nación, el programa de seguimiento forrajero que llevan adelante la FAUBA, AACREA y el INTA, convocado por el MAGyP. Y aseguró que la eficiencia es la clave para crecer en la ganadería.
El secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Lorenzo Basso, calificó al “Sistema nacional de diagnóstico, planificación, seguimiento y prospección forrajera en sistemas ganaderos”, como un proyecto valioso, por el aporte que significa para la ganadería argentina y la calidad de las instituciones que participan en su desarrollo.
“En 2010, desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (MAGyP) decidimos apoyar e impulsar la concreción de un proyecto que evaluara la disponibilidad de recursos forrajeros a escala nacional, teniendo en cuenta que en ese momento se discutía cuánto había bajado el stock de ganadería vacuna y cuántos animales podríamos alimentar, en un país donde la agricultura creció 14 millones de hectáreas en los últimos años”, recordó Basso.
Y agregó: “En función de eso, y pensando en las fortalezas que tiene la Argentina, en cuanto a las tecnologías disponibles y a la calidad de sus científicos, quisimos hacer una evaluación de la disponibilidad de forrajes a escala nacional. Así vinculamos a tres instituciones valiosas (la Facultad de Agronomía de la UBA /FAUBA/, el INTA y AACREA) con el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), que financiaría el proyecto”.
La iniciativa comenzó a funcionar en 2011. Un año después, se anunció el primer mapa de productividad forrajera del país, que productores, asesores técnicos y autoridades gubernamentales pueden consultar gratuitamente en Internet para la toma de decisiones, como resultado de la primera etapa del proyecto. Actualmente se está finalizando la segunda etapa, que amplia los estudios, mediante el uso de imágenes satelitales.
/ ¿Cuál considera que es el aporte de este proyecto a la ganadería?
/ El mapa forrajero nos va a servir para tomar decisiones más ajustadas y realistas a la hora de desarrollar un proyecto ganadero, mediante un análisis más detallado, con información histórica y actual, y una proyección a futuro.
El mapa nos va a permitir saber en qué zonas hay más disponibilidad forrajera y dónde podríamos expandir la actividad, con qué receptividad. Nos permitirá conocer qué ganadería podemos a hacer en cada zona: Si vamos a desarrollar una ganadería de cría, de recría con terminación de novillo o un feedlot, por ejemplo. Y si volcaremos las superficies de menor aptitud a una cría eficiente, de alto rendimiento.
/ ¿Cómo se inserta este proyecto en el marco de las políticas del MAGyP?
/ El mapa forrajero forma parte del programa de Agricultura Inteligente, que pretende desarrollar una agricultura competitiva, económica, social y ambientalmente sustentable. Este programa también está conformado por un conjunto de acciones que empezamos a desarrollar ahora (como las evaluaciones de emisiones de gas metano de la ganadería, y de carbono por parte de la agricultura; los biocombustibles y la agricultura de precisión) e integra otras tecnologías de procesos que ya se vienen desarrollando, como la siembra directa.
Actualmente, también estamos finalizando una publicación sobre Agricultura Inteligente, con el apoyo del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), para difundir los beneficios ambientales y tecnológicos de la agricultura argentina y posicionarla en el mundo.
/ ¿La ganadería tiene que repetir la experiencia de la agricultura en la Argentina? ¿Ése es el camino?
/ Actualmente hablamos de agricultura ganadera, que engloba toda una serie de nuevas tecnologías, que hacen a una ganadería mucho más sustentable y más intensificada, con mayor productividad por hectárea.
Sin lugar a dudas, vamos a ir tendiendo a una mayor intensificación, más allá de que conservemos hacienda a campo en forma extensiva, sobre todo en zonas de cría, donde no hay oportunidad de desarrollar la agricultura.
/ Entonces, ¿cuáles son las claves para crecer el negocio ganadero?
/ La clave es mejorar la eficiencia. Si se pretende seguir produciendo con una tasa de 0,5 o 0,6 terneros por vaca al año, que es la media del país, los números siempre van a hacer ajustados. Es como si quisiera hacer soja con los materiales genéticos de 30 años atrás. Hoy los cultivos tuvieron un fuerte incremento en rendimientos, como resultado de la implementación de nuevas tecnologías. En la ganadería sucede algo similar: No es lo mismo producir 100 kilos de carne por hectárea que 600. En la eficiencia va a estar la diferencia.
Tenemos que modificar las tasas de eficiencia reproductiva, que son las mismas desde hace 50 años. Esto significa incrementar la tasa de nacimiento y, por lo tanto, la posibilidad de tener más terneros y novillos en el futuro. No pensamos, en cambio, en incrementar significativamente el número de vientres, porque eso significa aumentar la superficie en áreas marginales, más sensibles a grandes expansiones.
De todas formas, hay superficies disponibles. Hoy estamos finalizando el primer ensayo grande de producción de maíz y sorgo para alimentación animal en la Patagonia, en una región donde hay posibilidad de realizar una ganadería intensiva y una agricultura de alto rendimiento. Se trata de una zona bajo riego en la provincia de Chubut donde se esperan cosechar entre 15 y 20.000 kg/ha de maíz, como una forma de crear un polo de agregado de valor y producción de carne en una zona libre de aftosa sin vacunación, que significa un precio mayor para la carne y la posibilidad de acceder a nuevos mercados. |
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