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Es integrante del directorio del reconocido diario de la ciudad de Buenos Aires. En una charla con EL POPULAR habló sobre los pilares del medio y cargó contra las políticas nacionales para la ganadería.
El doctor José Claudio Escribano.
En el marco de la jornada inaugural de la séptima edición de La Nación Ganadera, el doctor José Claudio Escribano, integrante del directorio de ese diario capitalino más que centenario, accedió a una charla con EL POPULAR.

En ese sentido, contó que anteriores ediciones de la muestra se desarrollaron en Balcarce y Tandil, entre otros puntos, y que también "tenemos una exposición con muchos años de continuidad en el Chaco, donde se juntan las tres razas de la B: Brangus, Braham y Bradfor, que por sus características responden muy bien a las exigencias duras del noroeste y noreste argentino y que han poblado de tal manera ese norte que hoy entre 38 al 40% del total de la haciendo bovina argentina está en ese sector, desplazado por el corrimiento de la frontera agrícola".

/¿Qué representa para La Nación la organización de eventos de esta naturaleza?

/Ser coherentes con nosotros mismos. La Nación tuvo dos pilares desde su fundación en 1870, que fue ser una expresión de la cultura nacional y un sostén del campo argentino. Ni que decir del campo bonaerense, como que Mitre era un hombre representativo de la sensibilidad y de los intereses de la provincia de Buenos Aires. De modo que el hecho que La Nación sea organizadora de exposiciones de esta naturaleza no hace más que constituir una manifestación de la continuidad del diario a lo largo de 143 años de existencia y de coherencia con la defensa de un sector cuyos índices de productividad en las últimas décadas, en particular en la agricultura, lo ha constituido en un modelo del país.

Me parece que falta todavía, y no hablo ya de los gobiernos, a los cuales no hay que explicarle nada porque en el fondo lo saben muy bien. Sino que a la sociedad hay que explicarle un poquito más, y mejor, lo que el campo ha significado para ella, desde siempre y en particular en las últimas décadas.

/¿Usted cree que este tipo de muestra contribuye en ese sentido, entonces...?

/Claro, ese tipo de muestra contribuye, porque pone al alcance de la gente la fuerza, el empuje del campo, su creatividad. Y cuando hablo del campo, hablo del campo en sí mismo y también de las industrias asociadas. Veo acá alguna maquinaria como un mosquito, como le decimos en el campo. Lo que la gente debe saber es que la maquinaria agrícola argentina no es ya reflejo de aquella industria de la cual con desdén no pocos argentinos en el pasado hablaban como industria flor de ceibo, como una industria carente de la calidad necesaria para brindar los servicios indispensables en tal o cual disciplina. Hoy la maquinaria agrícola argentina compite, y muy bien, en los mercados internacionales, donde resulta altamente apreciada. Y la fuerza del campo argentino de las últimas décadas se debe no solamente al cuidado del suelo a través de la incorporación de nuevas tecnologías, sino a un esfuerzo permanente por innovar, por prueba y error y hacer las cosas mejor y yo creo que esto lo hace el campo argentino como no lo hace ningún otro sector en la Argentina.

De modo que le tengo profunda admiración a la gente del campo, tanto en el sector agrícola como en el ganadero. Y así lo cree La Nación: de esta sensibilidad son reflejo sus páginas.

/¿Cuál es su mirada sobre el sector ganadero en la actualidad?

/Creo que después de políticas muy desacertadas, que llevaron a la pérdida de 10 millones de cabezas que cuesta después recuperar, hubo años en los que el rodeo argentino se fue recomponiendo lentamente. Pero nos encontramos con un 2010 donde hubo una recompensación importante para el esfuerzo y las inversiones ganaderas y en los últimos años, los costos han crecido muchísimo. Y no hablo sólo de los costos fiscales que han producido un estancamiento y en parte un retroceso; en estos últimos tres años, la inflación más allá de lo que digan las cifras oficiales, no ha bajado del 70%. Y en realidad, con inflación sufren todos, empezando por los más pobres. Esto erosiona los bolsillos de todos, las economías locales, la economía nacional, quita aliento a las inversiones...

Sin embargo, la gente de campo es protagonista de una actividad a cielo abierto, está acostumbrada a los riesgos, y además es gente profundamente enamorada de lo que hace. De modo de donde hay amor (suelta la risa)... hay también locura.

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