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"Tendríamos que quemar menos petróleo"  
El Bolsón Blog- 10-09-2015 -
  Nota publicada por: El Bolsón Blog el 10-09-2015

Nota de origen:
Cuando los árboles corren a las hormigas
Enviada por: FAUBA , el 21-10-2015

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Tras ser distinguida por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) por sus estudios para entender la transformación del ecosistema en la zona de San Martín de los Andes a partir de la plantación, en la década del 70, de la especie pino ponderosa, la investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Amy Austin se mostró sorprendida por los cambios registrados en la vegetación y en los organismos del suelo. "No es posible ya volver al sistema original", afirmó.

En diálogo con "Río Negro", la ciudadana norteamericana nacionalizada argentina advirtió sobre los riesgos de la deforestación "sin sentido", pero al mismo tiempo señaló que no es suficiente con la plantación de árboles para mitigar el efecto invernadero. "Tendríamos –propuso– que modificar nuestro sistema de vida y quemar menos petróleo".

–¿Cuál es el objeto de su investigación sobre la especie pino ponderosa en la provincia de Neuquén?

–Estamos tratando de hacer un rango diverso de ecosistemas climáticos que a lo largo de la extensa Patagonia, desde Tierra del Fuego hasta Río Negro y Neuquén, son muy particulares y variables. Hay que tener en cuenta que la cordillera de los Andes bloquea parte de la lluvia que viene de Chile. Hay todo un reservorio natural que fue modificándose. Nuestro estudio trata de analizar esas disparidades y ejercer controles. Hay estepas, lugares muy áridos, otros con precipitaciones de 2.000 milímetros, hasta bosques cerrados de colihue en el Parque Nacional Lanín. Lo primero que tenemos que hacer es entender cómo funciona el sistema y establecer categorías.

–¿Por qué se concentró en los pinos ponderosa?

–Elegimos plantaciones trasplantadas entre 1973 y 1976, época en que se otorgaron una serie de beneficios impositivos. Hoy constatamos sus efectos sobre los ecosistemas naturales. Los pinos ponderosa nos brindan la información base tanto en lugares semiáridos de pastos y matorrales donde llueve muy poco, como en otros sitios sembrados. Nos instalamos en San Martín de los Andes yendo de la estepa al bosque. Nos preguntamos qué pasó, según los distintos climas y visualizamos efectos que no se pueden extrapolar a otras provincias de la región.

–¿Tiene ya algunas conclusiones?

–Si bien la etapa es preliminar, son sorprendentes los cambios en la vegetación y en los organismos del suelo. Hay un recicle radical del carbono y del hidrógeno. El nuevo sistema en nada se parece al nativo. Uno podría preguntarse: ¿Y si cortamos los pinos? No se volvería al sistema original. Hay una creencia popular de que plantando árboles se reduce el carbono y se mitiga el efecto invernadero y de que así se salvaría a la atmósfera. Sería lindo, pero es insuficiente. Tendríamos que pensar en cambiar nuestro estilo de vida y quemar menos petróleo, por ejemplo. Hay que confrontar con la realidad, con los procesos de deforestación. Es cierto que hay mucha estepa que podría convertirse en bosque. Pero hay que tomar conciencia de que nada es gratis. Los programas de plantación tienen un costo pues se altera el sistema. Hay que pensarlo muy bien y buscar soluciones de largo plazo. Insisto con las reducción de la quema de combustibles fósiles, porque de esa manera aminoraríamos las emanaciones tóxicas.

–La deforestación es un fenómeno denunciado internacionalmente. ¿Qué aconseja?

–Hay un efecto dramático sobre los ecosistemas. Lo que está pasando, al galope, es realmente alarmante. Hay que hacer todo lo posible para minimizar la deforestación sin sentido. Esto es una lucha: por un lado queremos, con el ecosistema nativo, producir comidas y tener animales: por el otro tenemos que controlar los ecosistemas para minimizar los impactos ambientales. No se puede alterar todo, plantando árboles. Debemos atender, además, que en algunas partes del mundo la deforestación es relevante.

–¿Cuánto incide la intervención de los humanos en la composición de los suelos?

–Las tareas agropecuarias repercuten en el reciclaje de la materia orgánica. El suelo es una caja de ahorro de nutrientes y energía. Los organismos que viven en el suelo sostienen al ecosistema. Por lo tanto hay que cuidarlos y permitir un funcionamiento normal. Cualquier actividad que dañe (la conversión de la agricultura, la deforestación indiscriminada o el pastoreo ganadero en exceso), debe ser observada. ¿Por qué? Porque puede haber un resultado negativo que degrade todo el ecosistema. No participo en decisiones políticas, sólo apuesto a que los gobiernos sean conscientes de lo que hacen a la hora de apostar a un desarrollo económico muy fuerte. Para esto es esencial contar con información y balancear las necesidades productivas con los efectos perniciosos en el medio ambiente. Mi contribución es aportar conocimiento antes de que se adopten determinaciones de alto impacto. No hay que actuar con poca información. Hay que apoyarse en la ciencia.
Fuente:Rio Negro