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Cuando los árboles corren a las hormigas  
Forestal Maderero- 17-10-2015 -
  Nota publicada por: Forestal Maderero el 17-10-2015

Nota de origen:
Cuando los árboles corren a las hormigas
Enviada por: FAUBA , el 21-10-2015

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Una investigación de la FAUBA advierte sobre las potenciales consecuencias ambientales al forestar ecosistemas con especies exóticas en Patagonia y revela un impacto hasta ahora desconocido e intrigante: las hormigas abandonan esos terrenos.

Amy Austin

“En Patagonia hay sistemas impactados por la actividad humana. Son sistemas en uso como, por ejemplo, los campos sobrepastoreados. Actualmente, la gente está empezando a mirar cuáles son las consecuencias de esos distintos usos” (Austin). Foto: Luis Pozzi.



(SLT/FAUBA) Un estudio llevado a cabo por Amy Austin, profesora de la cátedra de Ecología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y ganadora del Premio Nacional de L’Oréal/UNESCO 2015 “Por las Mujeres en la Ciencia” (ver recuadro), reveló un sorprendente efecto colateral de las plantaciones de pino ponderosa en la Patagonia. Después de casi 35 años, las áreas forestadas carecen de hormigas. En medio del actual debate acerca de cuán conveniente es seguir forestando esa región, la investigadora advierte sobre los impactos ambientales impensados al tomar decisiones sin una base científica sólida.

“Mucha gente esta proponiendo plantaciones de árboles para secuestrar carbono y mitigar el impacto humano sobre la concentración de CO2 en la atmósfera, pero no tenemos mucha idea de cómo estamos afectando los ecosistemas. Por ejemplo, vimos que al forestar con pinos, las hormigas desaparecen de esos terrenos. Ahora estamos tratando de entender es cuáles son las consecuencias de estos cambios tan radicales sobre la biodiversidad del suelo”, comentó Austin.
Un futuro con signo de pregunta

“Otro aspecto que estamos estudiando es la efectividad de las forestaciones —le contó la investigadora a Sobre La Tierra—. Si el objetivo principal de implantar un bosque es secuestrar carbono (C), a mi criterio no es una buena opción. Es cierto que la cantidad de C en el ecosistema aumenta, pero pienso que no está bien almacenado ya que se encuentra en los troncos y en el material muerto sobre el suelo. Ese C es vulnerable a los disturbios. Un incendio, por ejemplo, haría que las forestaciones de dejaran de secuestrar carbono, devolviendo a la atmósfera grandes cantidades de CO2, un gas con efecto invernadero.”
Forestación

Las áreas forestadas en Patagonia (mayormente con pino ponderosa) se encontrarían actualmente cercanas a la edad de corta. La posibilidad de restaurarlos a su estado original luego de la cosecha es incierta.

Las forestaciones en Patagonia comenzaron en la década del setenta gracias a incentivos impositivos del Estado Nacional, que buscaba aumentar la producción de celulosa y papel. Hoy en día, la superficie forestada en Patagonia es de casi 70000 hectáreas. En su mayoría se implantaron especies exóticas, para lo cual se removió el bosque nativo y, en particular, el bosque mixto de coihue y ciprés.

Actualmente, estas plantaciones estarían acercándose al momento de ser taladas. Al respecto, Amy nos comentó sus preocupaciones: “¿Qué va a pasar cuando corten estos árboles? ¿Será posible devolver estos ecosistemas tan modificados a su estado original? Por ahora no tenemos respuestas, pero estamos trabajando en ello. En general, se piensa que plantar árboles es algo positivo porque ayuda a reducir la concentración de CO2 en la atmósfera. Sin embargo, hay que tener en cuenta que al hacerlo se modifican muchos aspectos del ecosistema y aparecen efectos colaterales que por distintas razones suelen ser ignorados.”
Cambios invisibles, pero de alto impacto
Bolsitas de descomposición

“Algo que también registramos es que en las plantaciones de pinos bajó la velocidad a la que se descompone la materia orgánica con respecto a la vegetación natural, sobre todo en las zonas más áridas” (Austin).

Amy, quien también es investigadora principal del CONICET, trabaja en la Patagonia desde hace 15 años. Además de bellos paisajes, allí encontró oportunidades científicas únicas, y así se lo contó a SLT: “La cordillera genera una amplia variedad de climas en distancias relativamente cortas, desde bosques húmedos hasta estepas áridas. Es como un laboratorio natural en el que muchos ecosistemas no han sufrido el impacto humano, pero otros sí. Desde hace un tiempo, mi interés está centrado en estos últimos, en estudiar los cambios que la actividad humana les está causando a lo largo de ese abanico de climas. En particular, me interesan los efectos de las forestaciones con pino ponderosa, una especie exótica”.

Sobre la base de sus conocimientos de ecología, la investigadora aportó su visión del problema: “En general, se piensa que desmontar un bosque nativo es perjudicial para los ecosistemas, y esa idea es correcta. Se podría cuestionar cuán importante es que falten las hormigas en esas tierras, pero, como científica, sé que cambios como ese podrían tener consecuencias sobre el ambiente. Al modificar los ecosistemas naturales se producen alteraciones a niveles imperceptibles (y no necesariamente en el sentido de los objetivos que llevan a implantar un bosque para producir madera). A menudo, lo que más se afecta son las relaciones entre distintos organismos. Tal vez sepamos cómo funciona cada uno en particular (un microorganismo del suelo, una hormiga, una liebre, un ave), pero desconocemos bastante sobre cómo se relacionan todos entre sí, o cómo impactan las acciones humanas sobre estas relaciones”.
Mediciones a campo

Frecuentemente, los impactos de las actividades humanas afectan a las interacciones entre los organismos. La Ecología provee elementos para estudiar esas interacciones.

Por último, Austin se refirió a la importancia de contar con datos robustos a la hora de tomar decisiones ambientales: “No hago las políticas forestales, pero soy científica y desde mi lugar siento que debo aportar información útil para tomar conciencia antes de actuar. Cuando se piensa en cambiar el uso de la tierra y convertir ecosistemas naturales en bosques implantados, es necesario considerar todos los efectos y se debe contemplar su restauración en el futuro. Está claro que no podemos conservar todos los ecosistemas en su estado natural. Queremos los servicios que brindan, pero es fundamental avanzar con cuidado, con información, con discreción y con criterio. Desde mi punto de vista, esto es lo que me gustaría dejar como mensaje.”