La colza sigue con auspiciosa proyección |
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Desde hace cinco campañas, la colza viene creciendo en el escenario de la agricultura nacional, pese a que este año se espera una menor superficie de siembra.
Son evidentes las mejoras en genética y manejo, dicen los especialistas. Además, su aceite posee una excelente calidad, con beneficios para la salud de las personas.
El aceite de colza doble cero o canola es el tercero más consumido en el mundo, solo superado por los de palma y soja. En la Argentina, sin embargo, todavía tiene poca difusión, aunque lentamente ha comenzado a generar un mayor interés.
Hace apenas dos campañas, la siembra alcanzó cerca de 100 mil hectáreas, a la vez que los rendimientos fueron elevándose y se conformó un mercado con precios más transparentes.
“El aceite de colza es muy saludable por su bajo contenido de aceites grasos saturados (que afectan el sistema cardiovascular), tiene alto contenido de aceite oleico (Omega 9) y buena relación Omega 3/Omega 6”, dijo Deborah Rondanini, docente de la cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, investigadora adjunta del Conicet y miembro de un grupo de estudio que busca generar información agronómica, así como alentar la siembra y el consumo.
Agregó que la colza tiene condiciones agronómicas y comerciales para aumentar la producción.
Los rindes promedio en el país llegaron a 1.800 kilos por hectárea, frente a los 1.400 históricos.
Es el único cultivo oleaginoso que se siembra en invierno, con lo cual puede proveer a la industria aceitera en épocas de capacidad ociosa, y representa una alternativa a la rotación trigo/soja, con la ventaja de liberar el lote un mes antes que los cereales invernales y dejarlo disponible para sembrar de segunda más temprano.
Otra ventaja es la expansión del mercado y su menor carga impositiva.
“Hoy tenemos más compradores y los precios se convienen en forma transparente”, destacó Rondanini, para indicar que la colza tiene menos derechos de exportación que otros cultivos Su grano cuenta con el 10% de retenciones, contra el 23 del trigo y el 20 de la cebada. Los productos industrializados de colza también tienen menos retenciones.
El grupo de estudios de la FAUBA está constituido, además de Rondanini, por Daniel Miralles, de la citada cátedra, y por Javier Botto, de Fisiología Vegetal, y Nora Gómez y Pilar Vilariño, de Cultivos Industriales.
“Las principales limitaciones técnicas pasan por el manejo de la implantación en siembra directa, la tolerancia o evasión del estrés en floración y el momento oportuno de cosecha para evitar pérdidas. Estas limitaciones se van superando en cada campaña al conocer mejor el cultivo y ganar experiencia”, señaló Rondanini. |
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