| Revelan que municipios de la Región están entre los mayores emisores de óxido nitroso |
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El estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA demostró que las emisiones del gas, que es 310 veces más potente que el dióxido de carbono, se centra además en otras dos provincias. El informe no solo corrige las mediciones oficiales, sino que propone una alianza estratégica con los productores para un agro más rentable y sostenible.
El sector agropecuario argentino, un pilar fundamental de la economía y la identidad del país, se encuentra en el centro de un debate crucial sobre su impacto ambiental. Lejos de la imagen idílica de los campos productivos, un nuevo y revelador estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), en colaboración con el INTA y otros organismos, ha puesto la lupa en una problemática silenciosa pero poderosa: la emisión de óxido nitroso (N2 O).
Este gas, 310 veces más potente que el CO2 en su capacidad de calentar la atmósfera y altamente dañino para la capa de ozono, es un subproducto inevitable de la fertilización nitrogenada, una práctica clave para sostener los altos rendimientos agrícolas.
Hasta ahora, el conocimiento sobre la aplicación de fertilizantes nitrogenados en Argentina era sorprendentemente impreciso. Las cifras globales no revelaban las particularidades de cada región, dejando a oscuras la verdadera fuente de las emisiones. Sin embargo, este estudio ha roto ese paradigma, creando un mapa detallado que geolocaliza el uso de nitrógeno como nunca antes. Como explica Sebastián Vangeli, uno de los investigadores principales, “hasta este estudio, solo conocíamos cuánto fertilizante nitrogenado se aplica a nivel país, pero no cuánto se usa específicamente en cada provincia y en cada cultivo”. Comprensión del panorama agrícola
Provincias líderes: La fertilización se concentra abrumadoramente en el núcleo de la producción agrícola. La Provincia de Buenos Aires encabeza la lista con el 37% de la aplicación total de nitrógeno. Le siguen Córdoba (26%) y Santa Fe (12%). Juntas, estas tres provincias representan casi las tres cuartas partes del nitrógeno utilizado en el país.
Cultivos principales: La investigación también desglosa el uso por tipo de cultivo, confirmando lo que muchos sospechaban. El maíz es el mayor receptor de fertilizantes nitrogenados, con un 34% del total. El trigo le sigue de cerca con un 23%. Otros cultivos como la soja de primera (19%), la cebada (8%) y el girasol (4.5%) también tienen una participación significativa.
Este mapa no es solo una herramienta ilustrativa; es la base para entender y mitigar las emisiones de N2O. Al conocer con exactitud dónde se concentra el problema, se pueden diseñar políticas climáticas y estrategias agronómicas mucho más efectivas y dirigidas. Cuentas inexactas
El estudio de la Fauba reveló una falla crítica en el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero: una sobreestimación del 33% en las emisiones de óxido nitroso del sector agropecuario. Esta imprecisión se debe a que los cálculos se basaban en parámetros internacionales que no reflejan la realidad única de los suelos argentinos, sus climas o las prácticas de manejo agronómico locales.
El equipo de Vangeli se embarcó en la titánica tarea de corregir esta desviación. A partir de una exhaustiva recopilación de datos de 26 estudios nacionales realizados entre 2012 y 2018, lograron generar parámetros de emisión locales, mucho más precisos. Estos nuevos valores resultaron ser hasta un 25% más bajos que los utilizados en el inventario oficial. Esta corrección es fundamental, no solo para tener un diagnóstico más acertado, sino para que Argentina pueda cumplir de forma transparente y creíble con sus compromisos internacionales en el marco del Acuerdo de París. La precisión en la medición es el primer paso para una gestión eficaz. Del problema a la solución
Si bien el sector agropecuario emite un 40% de los GEI nacionales, el estudio no busca señalar a los productores como los únicos responsables. Por el contrario, los investigadores proponen un cambio de enfoque que trata de transformar el problema en una oportunidad de negocio y la clave está en la eficiencia productiva. El investigador Sebastián Vangeli enfatizó que “a los productores les interesa implementar manejos que mejoren la eficiencia productiva de sus campos”.
En lugar de aplicar todo el nitrógeno de una sola vez, el profesional aconsejó "dividir la dosis en varias etapas de crecimiento del cultivo". Esto permite que la planta absorba el nutriente de manera más eficiente, reduciendo las pérdidas por volatilización como óxido nitroso.
Estas prácticas de agricultura de precisión no solo contribuyen a la mitigación del cambio climático, sino que también generan un beneficio económico directo para el productor, al optimizar el uso de un insumo costoso.
El estudio de la Fauba es un hito, pero como el propio Vangeli reconoce, es solo el comienzo. Es necesario seguir avanzando en la investigación para robustecer estos parámetros y proponer su adopción oficial. “Si queremos cumplir con los compromisos como corresponde, va a ser fundamental trabajar con más detalle y en conjunto con los productores”, afirmó. |
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