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Mejorando la dieta de las vacas, es posible obtener mejor calidad de leche. Una reciente investigación argentina aporta al conocimiento sobre cómo la alimentación del animal puede afectar la composición de los ácidos grasos de la leche y la síntesis total de grasa láctea.

El desarrollo de la misma se lleva adelante en el marco de investigaciones del área de la nutrigenómica, que estudia cómo cambia la expresión de los genes en función de los nutrientes consumidos. De esta forma es posible manipular tanto la producción como su utilización para mejorar la salud de los animales.

Antes se sabía que determinados nutrientes podían, por ejemplo, modificar el contenido de grasa de la leche. Ahora, buscan saber más acerca de cuáles son los mecanismos que actúan para que estos cambios se produzcan.

La investigación es producto del trabajo de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, allí el doctor Alejandro Palladino, ingeniero agrónomo y docente de la cátedra de Nutrición Animal contó en diálogo con EL OTRO MATE que “en nuestro caso, la idea es mejorar el perfil de ácidos grasos de la leche para hacerla menos nociva para la salud humana, e incluso buscar el incremento de ciertos tipos de ácidos grasos (CLA y omega/3) que han sido identificados como benéficos para la salud humana como reducción de distintos tipos de cáncer, menos problemas cardiovasculares, entre otros”.

En relación a la salud animal, Palladino explicó que “también estudiando cómo se afecta la síntesis de grasa a nivel de glándula mamaria, podemos realizar estrategias de suplementación para reducir problemas metabólicos en las vacas de alta producción. El contenido energético de la leche está muy correlacionado con la cantidad de grasa que contiene. Al principio de la lactancia, las vacas tienen por diversas razones el consumo deprimido. Sin embargo, genéticamente están preparadas para producir mucha leche. En este contexto, los animales pierden peso para sostener las altas producciones de leche y es así que entran en lo que llamamos balance energético negativo (BEN). Cuando los animales están en BEN, aumenta la posibilidad de enfermedades asociadas a la producción (mastitis, cetosis) como así también problemas reproductivos”.

Un informe de la FAO recomendó recientemente que se puede obtener un aumento potencial importante mediante el uso de la leche descremada, un alimento de alto valor nutritivo que puede alcanzarse a un costo mucho más bajo que el de los elementos nutritivos que se encuentran en la leche sin descremar. Un aumento en el consumo de leche descremada mejoraría substancialmente el estado de nutrición de millones de personas, especialmente niños”.

Las líneas de investigación continúan. “Con estas tecnologías es posible cambiar la producción y mejorar la salud de los animales y la calidad del producto final. Tenemos otros proyectos donde intentamos mejorar otros aspectos de la producción como por ejemplo el desarrollo de la glándula mamaria de las vaquillonas para mejorar la productividad potencial de esos animales o lo que se llama “programación fetal” que sirve para mejorar la performance de los novillos desde el vientre de la madre” concluyó Palladino.

Nota: EL OTRO MATE

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