Por las dudas, prohibo |
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Federico Aguer
El ministro de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Arrieta, adelantó en un programa de radio de la UBA, que en los próximos dos meses el gobernador Scioli podría firmar un decreto para prohibir la aplicación de agroquímicos en amplias zonas de influencia de todos los municipios de la provincia. “Obviamente, muchas de las cuestiones que hoy atraviesan el esquema productivo de la provincia que están más identificadas con el agronegocio, no entran dentro de la categoría de agroecología”, disparó Arrieta al ser consultado.
No aclaró, por cierto, las múltiples derivaciones de semejante decisión. Por ejemplo, el criterio que justifique la dimensión de las bandas de aplicación; o el costo político y económico de la merma productiva de granos que inexorablemente traerá aparejada la medida; o la aparición de otros problemas de salud que derivan del abandono de zonas productivas.
Bueno sería que para empezar a resolver la polémica, se integre al debate a todos los eslabones involucrados, donde los mismos aplicadores y los productores tengan también derecho a hacer oír su voz, para demostrar que el “agronegocio” no siempre va en detrimento del medio ambiente. Son ellos mismos y sus familias quienes viven en el campo y ese no es un dato menor.
No caben dudas que hay que controlar más y mejor. En medio de esta ola que mezcla progresismo, ignorancia, prejuicio, e intereses creados, bueno sería que para defender de verdad el medio ambiente se acepten los aportes objetivos de la ciencia, de los que la ley se nutre para regular el uso de agroquímicos a nivel nacional y provincial.
Cuando está en juego la generación de alimento para la mesa de los argentinos, esgrimir consignas tan políticamente correctas como incomprobables es, por lo menos, una irresponsabilidad política. |
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