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Que el remedio no sea peor que la enfermedad |
22-11-2005 |
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Información enviada por: FAA |
Frente al aumento de la carne vacuna para el consumo
interno, el gobierno decidió triplicar las
retenciones a la exportación llevándolas del 5 al 15
por ciento, decisión que nuestra organización no
comparte.
Pero resulta más inquietante aun que dos importantes
entidades del sector, la Sociedad Rural Argentina y
Confederaciones Rurales Argentinas hayan formulado
una propuesta que rechazamos. Sus respectivos
titulares, Luciano Miguens y Mario Llambías, pidieron
que se habilite la importación de carnes. Es decir,
plantearon un remedio que bien puede ser peor que la
enfermedad. Terminantemente, no compartimos esta
posición:
En primer lugar, porque implicaría un alto riesgo
para el estado sanitario de nuestros rodeos, ya que
los eventuales proveedores podrían ser países de la
región, alguno con aftosa y otros de dudoso control
sobre esta enfermedad bovina y otras. Esto podría
exponer a nuestro país a sanciones parecidas a las
que están sufriendo esas naciones, generándonos un
abierto retroceso en materia sanitaria.
Por otro lado, advertimos una clara intención: que
nuestro pueblo consuma carne de baja calidad mientras
los grandes ganaderos (un 10% de los productores) y
la corporación de frigorífica seguirán haciendo
pingües negocios con la exportación de nuestras
mejores carnes.
E, insistimos, no estamos de acuerdo con las
retenciones, cuyo costo invariablemente retrocede
hacia los productores. De todas maneras, frente al
hecho consumado, reclamamos con toda energía que los
fondos recaudados se apliquen a un efectivo plan
ganadero nacional que establezca como prioridad la
consolidación de los pequeños y medianos productores
de este rubro, instrumentando programas de desarrollo
sostenible y proveyendo infraestructura, genética,
programas de capacitación, etc.
También nos preguntamos ¿no se le ocurrió a nadie
indagar por qué aumentan el mismo ritmo que los
cortes de exportación los que sólo tienen por destino
el consumo interno popular, como el asado, la
marucha, carnes con huesos y otras?. En realidad, la
mirada debe posarse sobre el supermercadismo y otros
actores de la cadena que provocan aumentos
desproporcionados, medrando con el esfuerzo de muchos
y con la población, a la que obligan a pagar precios
que nada tienen que ver con lo que perciben los
auténticos productores. Además, sería de alta
importancia que se establezca un programa de se
promoción de carnes alternativas, como ovina,
porcina, aviar, etc.
Este debate sobre las carnes (los aumentos, la
inflación y otros aspectos) requiere no equivocar el
diagnostico y comenzar a desmontar el poder de los
grupos concentrados y oligopolizados de la economía,
acuñados durante los 90 que tienen la capacidad de
ser formadores de precios y hasta de opinión.
A la vez, recalcamos y exhortamos a que se comience a
transitar el camino hacia una política ganadera
nacional que centralmente tenga en cuenta a los
pequeños y medianos ganaderos de todo el país.
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