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Los productores argentinos no pueden acceder a un diferencial de precio
por calidad, aunque exista esta demanda en el mundo. Proponen conocer la
trazabilidad de la calidad del cereal en función de las respuestas de
los materiales sembrados y el manejo.».
Ante el comienzo de una nueva campaña de trigo con
buenas expectativas, en la Argentina se debate la posibilidad de
mejorar la visibilidad de nuestro cereal en el exterior con el
desarrollo de una marca que lo identifique. No obstante, algunos
especialistas advierten que antes de avanzar en esa dirección se debería
mejorar la trazabilidad de los cultivares de diferentes calidades en
función del manejo nutricional para las distintas zonas de producción.
Así
lo consideró Daniel Miralles, docente e investigador de la cátedra de
Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA). Miralles,
además, fue coordinador técnico académico de congreso A Todo Trigo,
realizado en mayo del presente año en Mar del Plata.
El
docente informó que para el nuevo ciclo productivo se espera un
incremento de entre 10 y 15% en el área sembrada con trigo. Luego de
varios años en retroceso, 2018 sería la segunda campaña de recuperación
que experimentaría el cereal. "Con las lluvias de estos meses se han ido
recargando los perfiles. La expectativa es que empecemos una campaña de
fina con un perfil con buen porcentaje de recarga de agua útil en el
suelo, con lo cual, realmente, va a ser un buen comienzo", apuntó.
Marca país
Miralles
se refirió a la posibilidad de posicionar al trigo argentino en el
mundo y sostuvo que deberían implementarse políticas para mejorar la
trazabilidad del cultivo en función del comportamiento de los distintos
grupos de calidad que se clasifican en la Argentina y las zonas de
producción, para dar respuesta a las demandas de los mercados
internacionales.
Sin embargo, recordó que en nuestro país, la
calidad del trigo está asociada a características genotípicas de las
semillas, que se clasifican en tres grupos: superior, intermedia o
inferior. Una vez que el grano se cosecha, el agricultor podría acceder a
un diferencial de precio por la calidad si cumple con ciertos
requisitos como el contenido de proteína, por ejemplo. Pero existen
otros atributos que no están considerados, aunque definen la calidad.
Por eso, los productores optan por mejorar su rentabilidad con más
rendimientos.
"En el mejor de los casos, si cumple con
determinados parámetros, el productor que cultiva un trigo de muy buena
calidad va a lograr que no lo penalicen al momento de venderlo, pero no
va a obtener un mejor precio porque en la Argentina no se paga la
calidad, salvo excepciones de acuerdos particulares con la industria
molinera", explicó.
Miralles consideró que, si bien la
Argentina no estaría en condiciones de implementar un proyecto para
segregar sus trigos por calidad de un año al otro, debido a que la
iniciativa requiere de una estructura que hoy no está disponible, se
podría poner en práctica un sistema de trazabilidad que permita conocer
las calidades de trigo que se cosechan en cada región productiva, en
función de las prácticas de manejo implementadas y la genética
utilizada.
"Una estructura de trazabilidad es sencilla de
implementar ya que podría estar basada en las mismas muestras que pueden
ser obtenidas de la Red Nacional de Ensayos Territoriales (RET) que
anualmente se conduce en la Argentina. Esta información es importante
para los operadores de granos al momento de vender la mercadería a un
exportador que pide una determinada calidad. Así va a poder identificar
esos focos -regiones, localidades, partidos- dentro del sistema de
producción argentina, donde se podría ir a buscar los granos de distinta
calidad y obtener precios diferenciales. En resumen, es comprender la
interacción entre los genotipos que determinan la calidad, el manejo y
el ambiente climático de cada región", dijo.
Trazabilidad
"Actualmente,
en la Argentina necesitamos poner en marcha un sistema de trazabilidad.
Es decir, conocer cómo los distintos genotipos responden al manejo
nutricional y al ambiente para tener determinada calidad. Hoy podemos
identificar áreas que creemos que tienen buena o mala calidad luego de
la cosecha en función de datos de proteína, pero no sabemos qué material
genético se utilizó, ni tampoco cuáles son los manejos que se les
aplicaron. Con esta pobre información no es posible generar un sistema
de trazabilidad", afirmó.
Además, agregó: "Hoy, el Estado
invierte dinero en determinaciones gratuitas de calidad (proteína) que
generan información muy pobre. Con el mismo dinero podría implementarse
un plan de trazabilidad a partir de muestras de grano de la propia RET,
ya que permitiría contar con información de calidad industrial que es
crucial para la demanda de algunos países importadores de trigo del
Mercosur y de otras regiones".
"Es crucial conocer qué
cultivares de trigo son más estables o inestables para una determinada
calidad a lo largo de las distintas regiones de producción de la
Argentina para poder tener estabilidad en la calidad de exportación de
nuestro trigo. Hoy esa información no está disponible (o la poca que hay
está atomizada y no sistematizada). Una vez que la tengamos disponible,
podemos discutir qué es la marca de trigo argentina", concluyó.
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