Revista Puerto 21-10-2022 - Roberto Garrone La discusión por el reajuste salarial con los gremios marítimos viene, como con los obreros del pescado, a un ritmo lento y consumida la primera quincena de octubre, las cámaras armadoras de buques fresqueros de altura recién arrancaron con las reuniones informales e individuales con cada sindicato, pero sin grandes avances, mientras crece el malestar de marineros por los magros ingresos en cajoneros de merluza.

“Por las canas que tengo creo que esto termina otra vez en Buenos Aires en una mesa donde participemos todos”, confió una fuente sindical al cierre de esta edición. Así se resolvió la crisis desatada en abril pasado cuando SICONARA fue a un paro general tras no aceptar el 30% en dos cuotas que había firmado SIMAPE el mes anterior.

En el tablero de las negociaciones, la realidad de marineros no es la misma que la de los oficiales de puente y de máquinas. Mientras los primeros buscan un reajuste salarial sobre los básicos que refleje la evolución de una inflación que va a terminar 2022 cerca del 100%, entre maquinistas navales, patrones y capitanes, la discusión pasa también por lo impositivo.

“Pedimos entre el 70% y 80% porque sabemos que el 35% se lo queda el estado con el impuesto a las ganancias”, dice Daniel Flores, el secretario General del SICONARA en Mar del Plata. En el gremio mantuvieron una reunión informal el pasado miércoles en la sede de la Cámara de Armadores en Juan B. Justo 50 y dejaron planteada esa situación.

En la patronal parecen decididos a insistir en un camino muy empinado. La posibilidad de que el gobierno contemple un dólar diferenciado a las exportaciones pesqueras que les permita ganar competitividad y poder hacer frente a la inflación en dólares y retraso cambiario que vienen sufriendo desde hace años pero que luce más recrudecida en estos meses.

Esa iniciativa, la del “dólar langostino” fue impulsada tiempo atrás por las principales empresas exportadoras del sector en una reunión con el Subsecretario de Pesca a quien le presentaron una nota y le pidieron audiencia con el ministro Massa. Pasadas unas semanas el único logro fue haber conseguido otra reunión con el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Juan José Bahillo.

Con el SOMU las charlas con la patronal comenzaron ayer jueves por zoom y fueron encabezadas por su referente local, Oscar Bravo. Al término del encuentro, el dirigente reconoció que habían pasado a un cuarto intermedio. No trascendió el porcentaje exacto pedido por el SOMU, implicaría un reajuste superior al 100% anual. Entienden que es la única forma de mantener el poder adquisitivo de los trabajadores.

En el muelle Deyacobbi y el muelle 10 sobran las caras largas por la falta de actualización en los valores del cajón. “En el Pensacola pagan 30 por cajón, pero en los últimos viajes no vinimos completos y me llevé 45 mil pesos. Es muy poco”, puso como ejemplo un marinero.

“Yo estaba en el Nuevo Viento”, cuenta otro. “Con 1600 cajones me dejaba 100 lucas el viaje a toda furia. Me bajé porque prefiero salir a la costa que con los mismos cajones me deja un poco más”, agregó.

Al margen de las tratativas de las cámaras armadoras en sus gestiones con las autoridades en busca de alivios, en el SICONARA reclaman por el tiempo ya transcurrido y la necesidad de aplicar un reajuste salarial. Recordemos que en septiembre no hubo espacio para la negociación porque los dirigentes empresarios estaban de viaje.

En paralelo con el resto de los gremios, los oficiales comenzaron a darle forma a un borrador para exigirle al Gobierno que al menos genere un tope extraordinario para que el impuesto a las ganancias no se lleve buena parte del reajuste; un valor muy por encima de los 330 mil pesos que anunció Massa esta misma semana.

Hasta ahora todos los gremios marítimos acordaron un 45% de reajuste en los ítems fijos en dos tramos, cuya etapa final se aplicó en el mes de agosto. La canasta básica de alimentos se encareció un 89% en los primeros nueve meses del año, según lo reflejó el propio INDEC. Una familia tipo necesitó el mes pasado $ 128.214 para no ser pobre.
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