Revista Puerto 22-09-2022 - Roberto Garrone Ulises Parra se acuerda del momento preciso en que comenzó a interiorizarse por la letra chica del convenio colectivo 579/10. Acababa de llegar de Pilar a Mar del Plata para embarcarse en el “Pakú”, el tangonero congelador de Solimeno, y pasó por la empresa a entregar los pasajes para que le liquiden los viáticos.

“Eso no te lo voy a pagar, leé el convenio”, le dijo una empleada de Recursos Humanos. “Eran 500 pesos; el pasaje de ida cuando terminamos de pescar en el norte y el de regreso cuando volví para arrancar en aguas nacionales”, recuerda el tripulante con detalle. “Le dije que lo iba a leer, todo, la parte que a ella le gustaba y también la que no le gustaba”.

Parra tiene cincuenta años y en diciembre cumple treinta de hombre de mar. Nació en Río Gallegos y desde 1997 vive en el Gran Buenos Aires. Es empleado efectivo en Solimeno desde 2017. La anécdota que cuenta ocurrió unos años después pero antes de la pandemia.

“Yo siempre trabajé en la pesca pero por reclamar estas cosas que estamos pidiendo ahora, me incluyeron en una lista negra en 2012 y me tuve que ir a la marina mercante. De ahí me rescata un oficial que vino para acá en un cambio de tripulación porque querían mejorar la productividad. Cuando volví sabía perfectamente dónde me metía; por eso me quedé en el molde un tiempo, como para no hacerle problemas a quien me había traído”, cuenta Parra.

El “Pakú” entró el lunes a la noche a Mar del Plata con un problema en el equipo de frío y con la bodega casi completa. Parra es uno de los referentes de la tripulación en el reclamo por las 14 horas que trabajan a bordo, cuando el convenio colectivo refiere solo 12 y la hora 13 debe ser consensuada con la tripulación.

Verborrágico, y desabrigado, apenas lleva puesto una remera de manga larga con el dibujo de uno de los personajes de la serie “Vikingos”, la bandana que le cubre su cabeza parece ampararlo del viento helado que sopla del sur, el marinero posa con la postal turística de fondo y se muestra convencido de que el reclamo es justo, que los ampara la ley.

“No nos pueden decir nada porque nunca dejamos de trabajar y lo hacemos bien. He llegado a trabajar 28 horas seguidas, una vuelta en el ‘Santiago’, pero al otro día no servís para nada. Acá podemos trabajar 14 horas, el problema es que no quieren pagar lo que corresponde”; dice Ulises.

Llegó al “Pakú” para reemplazar al contramaestre que tenía problemas en los tendones de las manos y no seguiría a bordo. El oficial se recuperó y salía como segundo, hasta el año pasado que pasó a la máquina y él pudo salir de primero. “Hace dos mareas recién me ajustaron el contrato en la función que cumplo hace un año y medio. Me seguían pagando como marinero de planta”, asegura.

REVISTA PUERTO: ¿Desde qué embarca en el Pakú siempre trabajaron 14 horas diarias?

ULISES PARRA: Siempre se trabajó igual. Somos 20 en la planta más el cocinero, que además de cocinar, marca las tapas de las cajas congeladas, le pone la etiqueta a toda la producción. Lo normal son 14 horas, pero el convenio dice 12 horas: 8 comunes y 4 extras que se liquidan por el Artículo 33. El convenio da la posibilidad de trabajar una hora más, siempre y cuando la tripulación lo acepte, la famosa hora 13. Pero la hora 14 no hay forma de generarla legalmente. Te quitan derechos adquiridos, hora de descanso.

RP: ¿Solimeno paga esas dos horas adicionales?

UP: Sí, la empresa paga 15 mil pesos por esas 2 horas, por viaje. Es un barco de 100 toneladas cuando hay otras empresas, el Entrena I por ejemplo, de 48 toneladas, que paga la hora 13 unos 20 mil pesos por viaje. Nosotros trabajamos una hora más, el barco produce el doble y cobramos menos. La hora 14 está asegurada por todos los convenios internacionales, es de sueño, es nuestra, no es negociable, pero estamos dispuestos a trabajarla si la pagan como corresponde.

RP: ¿Cuál es el planteo de ustedes?

UP: Nosotros pedimos 30 mil pesos por cada hora, a valores de marzo, al inicio de la temporada. Lo venimos planteando desde ese momento y la empresa ofreció 15 mil pesos por viaje, tomala o dejala. La rechazamos pero seguimos trabajando para no generar conflicto, no quisimos parar el barco. La tripulación viene a ganar plata pero no a que nos exploten. Y acá Solimeno no te corre con plata, no es de las empresas que paga premios en negro, pero donde te puede sacar un peso te lo saca.

RP: Ahora intervino el gremio y se abrió una audiencia en el Ministerio de Trabajo.

UP: Sí, y seguimos sin ponernos de acuerdo. Si no quiere pagarlas no hay problema, pero entonces trabajemos las 12 horas que marca el convenio. Desconozco si esta situación se vive en otras empresas, esta situación de explotación me refiero. En todos los barcos de Solimeno es así, 14 horas obligatorias y te pagan lo que ellos quieren. En otras empresas trabajan a convenio, 12 horas y siguen funcionando con paz social a bordo sin problemas.

RP: Hace cinco años regresaste a la pesquería de langostino, ¿notás un cambio?, ¿creés que se pesca mejor?

UP: Sí, se pesca mejor, pero todavía falta. Creo que la tecnología puede ayudar… el hombre es algo corruptible. Podés sacar normativas pero no alcanza. Creo que con cámaras se puede controlar lo que pasa. La presión de las empresas es muy grande. La posición de los inspectores y observadores es muy complicada. En esta parada aproveché y me reuní con los investigadores del INIDEP porque a ellos les preocupa la sobrepesca y a nosotros el exceso laboral. Creo que ambas cosas van de la mano y es necesario comenzar a luchar para que se le ponga un freno.

La charla termina y Ulises se vuelve a tomar un taxi hasta el puerto para embarcarse en el “Pakú”. Confiesa que si en Solimeno ya tenían intenciones de desembarcarlo por el reclamo de las horas adicionales trabajadas, ahora tendrán algunos motivos más. “Las empresas presionan, pero el reclamo es justo. No será ahora, será a fin de año, será el año que viene. Pero nos darán la razón”, asegura.
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