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La competencia por el langostino genera cambios en los congeladores
Si la pesquería de langostino hoy exhibe capturas anuales promedio de 200 mil toneladas se debe a que el grupo original de barcos que la desarrolló se ajustó a una serie de normas que garantizaban la explotación sustentable y la máxima calidad de mat ...
 

 
Revista Puerto 07-09-2022 - Karina Fernández Si la pesquería de langostino hoy exhibe capturas anuales promedio de 200 mil toneladas se debe a que el grupo original de barcos que la desarrolló se ajustó a una serie de normas que garantizaban la explotación sustentable y la máxima calidad de materia prima, dos variables que se complementan para lograr el mejor aprovechamiento del recurso. Pero la llegada de más de 120 nuevos barcos a la pesquería generó cambios en la dinámica de la flota tangonera congeladora. En la competencia por lograr las mayores capturas, algunos fueron abandonando las buenas prácticas que garantizaron el éxito. Son varios los factores que influyeron para que hoy sea necesario que los investigadores del INIDEP deban exhortar a los empresarios a volver a formar a sus tripulaciones para evitar, por ejemplo, los descartes.

Los barcos tangoneros congeladores fueron los que desarrollaron la pesquería de langostino. En un principio se pescaba sin demasiadas reglas específicas, pero pronto el recurso comenzó a mostrar signos de sobreexplotación en los albores de este siglo. Para 2005 las capturas habían caído abruptamente y se debió aplicar rápidamente un ordenamiento que ya venía siendo analizado por los biólogos y discutido con las autoridades.

Las medidas de manejo que se establecieron: lances cortos, limitar la velocidad de arrastre, prohibición de tirar la red hasta que todo lo capturado fuera procesado, proteger los juveniles, las vedas móviles, limitar la potencia de motor y por lo tanto el poder pesca, no solo detuvieron la caída, sino que generaron un crecimiento explosivo del recurso. Lo que se dice un modelo exitoso que ha sido documentado por el INIDEP.

La consecuencia de aplicar reglas fue un crecimiento sostenido de la abundancia del recurso. En poco más de 15 años se pasó de 40 mil toneladas de descargas a un promedio anual de 200 mil toneladas. Con el aumento de la abundancia también comenzó a crecer el número de barcos en la pesquería y la flota histórica, que retrasó notablemente la modernización de sus tangoneros, fue perdiendo cada vez más participación en las capturas.

Hace 10 años, cuando el aumento comenzó a visibilizarse, los 90 tangoneros que operaban siguieron pescando y procesando entre 14 y 15 toneladas diarias y el excedente se repartió entre los nuevos barcos que a través de reformulaciones lograron un cupo de langostino.

Entre 2012 y 2020 ingresó casi la totalidad de los nuevos buques que operan hoy en la pesquería. Un Consejo Federal Pesquero compuesto por prácticamente los mismos miembros que aún lo conforman, permitió el ingreso de más de 120 buques, sin que existiera un plan estratégico de desarrollo.

La mayoría de los barcos que ingresaron fueron fresqueros, pero también hubo algunos congeladores que irrumpieron en la pesquería con mayor capacidad de captura, procesamiento, congelación y, es válido decirlo, algunos de ellos trabajando con parámetros de calidad claramente inferiores. Se permitió, incluso, el ingreso de dos barcos ilegales como el José Américo y el José Marcelo de la firma Moscuzza, que no respetan ni la eslora ni la potencia de motor establecidas en la normativa y con un poder de pesca que, por lo menos, más que duplica a los tangoneros congeladores históricos.

Por tanto, al aumento del número de buques, en los últimos años, se ha sumado un aumento en el poder de pesca de algunos congeladores que por fin fueron modernizándose. Si la modernización de la flota tangonera hubiera llegado antes que las reformulaciones, probablemente el recurso se hubiera dimensionado de otra manera y no hubieran podido ingresar tantos barcos. Pero la reinversión del sector tangonero tardó demasiado.

Esta combinación de factores dio por resultado una pesquería en la que operan entre 210 y 215 buques que compiten por un mismo recurso. “La competencia explica la mitad de los problemas que tenemos” reflexionó un experimentado actor del sector. La irrupción de más de 100 buques, que en muchos casos no respetaban las normas, comenzó a generar un cambio en el comportamiento de la flota congeladora que supo mantener por más de una década una pesquería ordenada.

Siempre hubo entre los tangoneros congeladores un grupo de barcos que realizaban prácticas irresponsables, pero era un número reducido y estaba identificado. Con la competencia que se generó en altamar, muchos barcos que nunca habían arrojado una red antes de la hora permitida empezaron a hacerlo y fueron engrosando la lista de los barcos con malas prácticas pesqueras.

Lances por más tiempo del permitido o con demasiada carga siguen sin ser la regla entre los congeladores, pero son más los que los practican. Y el descarte comienza a ser un problema serio. El último lance que se realiza para completar una bodega casi llena es uno de los problemas que nunca se logró resolver y con la flexibilización de las normas que se ha generado, el problema se ha agravado.

Desde los inicios de la pesquería existieron barcos que levantaba 35 toneladas diarias y procesaban 14 pero se reducía a uno o dos barcos, ahora son muchos los que lo han adoptado como una acción cotidiana. La situación genera preocupación y han sido los propios investigadores del INIDEP los que les han marcado a los empresarios que deben formar a sus tripulaciones en buenas prácticas, especialmente a los capitanes.

Tanto en la flota tangonera congeladora como en la flota fresquera hay empresas, capitanes y tripulaciones responsables que tratan al langostino como un alimento premium y sacan el mayor provecho de este recurso salvaje y natural, garantizando a la vez la sustentabilidad de la pesquería. Pero un número importante de ambos estratos de flota no solo están poniendo en riesgo la estabilidad del recurso, sino que, además, está generando un producto que empieza a perder su alta calidad.

La pesquería de langostino debe volver a funcionar como lo hacía hace diez años atrás. Los controles en muelle, que mejoraron respecto de años anteriores, garantizan el peso del cajón pero nada más, no son garantía de buenas prácticas a bordo.

El lunes pasado publicamos dos videos que comparan la pesca en un barco con buenas y uno con malas prácticas pesqueras. El ejemplo del barco que captura según las normas no debe ser la excepción sino la regla. Durante muchos años la flota congeladora operó de esa manera; perder ese logro de comanejo sería un rotundo fracaso.

Los investigadores del INIDEP ya lo han advertido en estas páginas cuando los entrevistamos y también lo han hecho ante autoridades y empresarios: todos deben trabajar para volver a ser una pesquería ordenada. En manos del sector está formar a sus tripulaciones para trabajar de forma correcta y en manos del Estado está el control, la sanción ejemplificadora y el estímulo para quien lo merezca.

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