La Voz del Interior 11-07-2022 - Alejandro Rollán A la producción agropecuaria se le está haciendo cada vez más difícil obtener señales positivas, cualquiera sea su naturaleza. Si bien los pronósticos meteorológicos aseguran que La Niña está en retirada, en su despedida cerró el grifo de agua y la sequía domina la escena en la actividad.

Mientras tanto, el Gobierno nacional parece también decidido a no emitir signos positivos para el sector, en medio de un escenario macroeconómico complejo.

Como si se tratara de una paradoja, en esta campaña la fábrica de dólares de la que dependen en su gran mayoría las reservas del Banco Central (BCRA) se verá afectada, justamente por no disponer de las divisas necesarias para su normal funcionamiento.

Esto sucede porque los dólares para importar fertilizantes no están en tiempo y forma, y ya se pronostica, más allá de la suba de precios que han tenido en el último año estos insumos, un menor volumen de compras por parte de Argentina.
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Cepo a las importaciones: alerta por los fertilizantes para la próxima siembra

Este déficit se produce en el transcurso de la campaña comercial 2021/2022, que está enmarcada por el récord en la liquidación de divisas del sector agroindustrial: hasta mayo, totalizó 15.329 millones de dólares, 15 por ciento más que en igual período del año pasado.

“Sin embargo, considerando los meses de mayor liquidación de cosecha (con la atenuante del impacto de la faltante de gasoil), la acumulación de reservas por parte del BCRA sólo alcanza a los 727 millones de dólares, 89 por ciento menos en comparación con las que se contaba en el mismo período del año pasado. De este modo, las reservas netas actuales totalizan 3.844 millones de dólares”, advierte el último informe macroeconómico del movimiento Crea.

Fue ante este panorama de números en rojo, y por la posibilidad de incumplir con la meta de acumulación de reservas acordada con el FMI para el segundo trimestre, que el Gobierno decidió limitar fuertemente las importaciones. Esta decisión amenaza a los fertilizantes, un insumo clave para la eficiencia productiva y económica de la producción de granos.

Desde la asociación Fertilizar, la entidad sin fines de lucro que agrupa a la cadena de nutrición vegetal en el país, se estima que en esta campaña se demandarán 5,3 millones de toneladas de fertilizantes, de los cuales más de 70 por ciento deberán ser importados.

El combo conformado por la suba de precios del insumo y la imposibilidad para disponerlo hará que los productores argentinos consuman en el ciclo agrícola 2022/2023 alrededor de 400 mil toneladas menos de fertilizantes.
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A Todo Trigo: la mirada de Martín Redrado sobre las retenciones y la importación de fertilizantes

De confirmarse esta proyección, será la primera vez en las últimas seis campañas que desciende el volumen de nutrientes incorporados al suelo.

La tendencia positiva había comenzó en 2015, cuando se suministraron 2,48 millones de toneladas, y se llegó hasta el año pasado con el récord de 5,7 millones, más del doble que cuando arrancó este ciclo de crecimiento.
La realidad brasileña

Si bien el precio en dólares de los fertilizantes creció más de 90 por ciento en el último año, la disponibilidad a nivel nacional sería la limitante de mayor incidencia en la presente campaña. Una condición que, por ejemplo, no atravesarán los productores brasileños, que viven en el mismo planeta que los argentinos.

De cara a la nueva campaña de granos gruesos, entre enero y abril las importaciones de fertilizantes en el vecino país fueron mayores a las del primer cuatrimestre de 2021; a partir de lo que ocurra con la provisión entre junio y julio, en un mundo donde cayó la oferta y hay proveedores con problemas de abastecimiento, la intensión brasileña es crecer con la siembra de la oleaginosa.
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Perú busca créditos internacionales ante la crisis de los fertilizantes

Entre enero y mayo del año pasado, Brasil había adquirido más de 13 millones de toneladas de fertilizantes.

El vecino país importa 85 por ciento de sus necesidades de nutrientes para los cultivos. Es el cuarto consumidor mundial y el mayor importador del mundo; hasta ahora, los agricultores de aquel país no se quejaron por la disponibilidad del producto.

Es que en ese país, según un informe del banco neerlandés Rabobank, esperan para la nueva campaña márgenes en las ventas de soja 50 por ciento por encima de los costos operativos, superior al promedio de los últimos cinco años.

En Brasil, la siembra de la oleaginosa arrancará en septiembre y demandará fósforo y potasio (importa 95 por ciento), que provienen desde Canadá (potasio) Rusia y Bielorrusia.

El maíz de segunda, por su parte, es más dependiente del nitrógeno, pero como recién la siembra se realiza entre febrero y marzo de año próximo, los requerimientos actuales son más pequeños.

Al parecer, la fábrica brasileña no prevé detenerse, a diferencia de la argentina, que carece de los dólares que ella misma produce.