Revista Puerto 07-07-2022 - Roberto Garrone La situación en el frigorífico Giorno, al cumplirse este jueves una semana de la toma de las instalaciones por parte de sus trabajadores, no ha variado un ápice desde el viernes pasado en que los obreros definieron ocupar el comedor y dormir en los vestuarios a modo de protesta por los valores de la producción de langostino.

Lo único que crece es el malhumor de algunos obreros por la manera en que sus representantes, los delegados Carrizo y Frechero, han manejado la protesta que los ubica en un punto de no negociación por parte de la empresa con sus instalaciones ocupadas y algunos hasta ya dejaron de acompañarlos y de pasar la noche en la planta.

Ayer la audiencia celebrada en la Delegación local del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires fue un calco de la ocurrida el día anterior en la Mediación Penal. Giorno declinó la instancia mediante una nota en la que expuso la denuncia por usurpación en tanto los Delegados y el SOIP aseguraron que no es una toma sino una “asamblea permanente”.

Más allá de que desde el lunes Giorno, por la toma, no convoca a trabajar al resto del personal administrativo jerárquico y tampoco a los capataces y trabajadores que no están plegados al conflicto, los Delegados y el SOIP mantienen esa versión y aseguran no estar cometiendo ningún delito y que las puertas están abiertas para que entre y salga cualquiera.

En este escenario que construyen los representantes de los trabajadores, con una planta que no está tomada sino de “asamblea permanente”, quieren que desde Giorno se sienten a la mesa de negociaciones para alcanzar un acuerdo por el precio del kilo de la cola pelada y devenada con el método que quiere aplicar la empresa y el porcentaje de rendimiento mínimo exigido.

Como ya se ha dicho, la discusión que desencadena este conflicto no es nueva entre la empresa y los trabajadores. Hace más de dos meses que en Giorno intentan cambiar el modelo de producción para obtener una cola pelada y devenada de mejor calidad y sin tanto desperdicio, que tuviese un costo competitivo en el mercado internacional.

Si bien no lo lograban, y los rendimientos de la primera semana de la utilización del cuchillo devenador fueron superiores a los de la segunda semana, cuando debería haber sido al revés, el diálogo con la empresa se mantenía en los canales lógicos.

Durante la audiencia en el Ministerio de Trabajo, desde la Delegación le pidieron al SOIP que ponga por escrito lo que manifiestan que sucede en Giorno. “Luego iremos a verificar que lo que dicen sea cierto”, contó una fuente de la cartera laboral que participó de la audiencia presidida por Leonardo Cabrera, el delegado local del Ministerio.

Desde Giorno mantienen firme su posición de no negociar con la planta ocupada. “No vamos a forzar nada… si se quieren quedar un mes, que se queden”, aseveró un representante de la firma ante la consulta de este medio. “Sí, no vamos a exponer a nuestros empleados, mientras haya una toma nadie trabaja. La responsabilidad de lo que pueda pasar le corresponderá al gremio… ya hicimos la denuncia”, reiteraron.

Los que también mantienen un férreo mutismo son los Delegados y los dirigentes del SOIP, que al igual que Cristina Ledesma, han decidido transitar esta lucha gremial desde el más absoluto silencio de radio.

Se desconocía al cierre de esta edición cuándo, desde el Ministerio de Trabajo, concurrirían al frigorífico para verificar las condiciones de la “asamblea permanente” plagada de colchones.

Sí este medio pudo saber que en horas de la tarde ingresó una comitiva policial al comedor del frigorífico con intenciones de identificar a quienes permanecían en el recinto, cumpliendo una orden de la justicia.

La misión no pudo ser cumplida por el rechazo de los representantes sindicales que se encontraban en el lugar.

Ayer ya entrada la tarde este medio intentó comunicarse una vez más con Cristina Ledesma. Hay una planta tomada hace más de cien horas, no hay diálogo con la empresa para superar el conflicto porque se mantiene la ocupación, hay 107 trabajadores cuyo sustento laboral pende de un hilo y ninguno de los responsables de haber llegado a esta situación brinda explicaciones, ni expone sus argumentos. Todo es un silencio cada vez más incómodo y tenso.

Atendió su celular Cecilia Benítez, una de sus allegadas. La Secretaria General estaba en reunión y en media hora devolvía la llamada. No solo no llamó, sino que, al intentar otra vez hablar con ella, todos los intentos fueron infructuosos.

Ojalá que los trabajadores del pescado puedan tener un contacto más fluido con sus dirigentes que los que ha tenido este medio en toda esta semana. A juzgar por el panorama desolador que regala la industria del procesamiento de pescado en Mar del Plata, con el trabajo formal bajando en tobogán y el informal subiendo en ascensor, no parece.

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