Clarín 04-07-2022 - Mauricio Bártoli No hay gasoil para trabajar… pero los dólares del campo siguen registrando liquidaciones récord, aunque no alcanzan para cubrir las necesidades de la economía.

En ese escenario, el debate político sigue confuso, atravesado por el reparto de culpas ante la vergonzosa crisis que sufre la Argentina. Más allá de buscar responsabilidades ajenas, lo más lamentable es que los relatos intentan no hacerse cargo.

Sorprenden algunas intenciones marketineras del Gobierno, como cuando el presidente Alberto Fernández dice que “el problema de la Argentina es que estamos creciendo mucho”, o su vocera, Gabriela Cerruti, afirma que “estamos en un momento de expansión de la economía”. Más atrevida es una publicidad oficial de discutible jactancia. Dice: “Por primera vez, las manufacturas del campo crecieron más que los productos primarios. Avanzamos con valor agregado. Primero, la gente. Argentina Presidencia”.

De cualquier modo, los números y los precios son indiscutibles. Y todos lo saben: “la única verdad es la realidad”.

Lo cierto es que el campo está pagando la cuenta de malas gestiones estatales en los últimos años, empezando por la política sobre combustibles. Tras años de desmanejos que echaron a perder la mentada soberanía energética, el gasoil que se importa se paga con los dólares de la genuina y competitiva producción agropecuaria.

La liquidación de divisas sigue registrando valores récord. Acaba de cerrarse el mejor junio de la historia, con US$3.800 millones, para sumar casi US$20.000 millones en el primer semestre del año.

Con todo, desde la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC) advirtieron que por la escasez de gasoil y la consecuente protesta de transportistas se “profundizó la capacidad ociosa” del complejo sojero, que ya se ubicaba en casi un 50%.

En rigor, el caudal de recursos que viene “salvando las papas” desde hace años, está entrando en zona de riesgo. Algunos creen que los dólares del campo siempre serán un “maná”, que caerá de un mundo dispuesto a pagar eternamente precios altos, al doble de los promedios históricos, pero hay movidas internacionales que conviene tener en cuenta.

Esa “amenaza externa” se analizará en detalle en una conferencia que desarrollará la Asociación de la Cadena de la Soja (ACsoja) el miércoles 6 a las 14:00 (virtual con acceso libre). El título es elocuente: “La principal industria de la Argentina en jaque. El futuro de la mayor fuente de dólares en peligro”. Lo explicarán Fernando Correa Urquiza (jefe regional de Oleaginosas de LDC), Ivo Sarjanovic (profesor de Commodities Agrícolas de la Universidad de Ginebra y de la UTDT) y Gustavo Idígoras (presidente de CIARA-CEC), con la moderación de Héctor Huergo (Clarín).

La Mesa de Enlace también está advirtiendo que aún se puede estar peor. Los presidentes de las 4 entidades gremiales del campo sumaron a unas 40 organizaciones de toda la cadena agroindustrial para destacarlo. Y lo difundirán con la mayor fuerza posible el 13 de julio en una jornada de concientización en todo el país, que no quieren llamar paro pero incluirá un cese de comercialización de granos y hacienda vacuna.

Reclaman, entre otras múltiples dificultades, que no se impida la importación de fertilizantes ni que falte gasoil. Pero la intención de fondo es que se liberen trabas y “ser parte de la solución, para generar más producción, exportaciones y empleos”.

En ese sentido, recalcaron que el biodiesel, un producto industrial de base rural, es apto para cubrir el faltante de gasoil. Es otro de los aportes del campo. No sólo son los alimentos que, por el trabajo de miles de personas que forman su cadena productiva (el 24% de los empleos privados, según FADA) y por lo que los paga el mundo, sostienen la economía.

Sin embargo, los funcionarios se empeñan en poner a la agroindustria en problemas. Desde hace meses se piden certezas sobre la navegabilidad del Río Paraná: “A la empresa de dragado se le renueva el contrato todos los meses y no sabe si seguirá trabajando. Es un absurdo total que la única autopista exportadora del país tenga semejante situación de incertidumbre”, explicó Idígoras.

Y esta semana hubo controles de la Aduana-AFIP en puertos. Midieron volúmenes de carga con el sistema Draft Survey, que generó inconvenientes en las operaciones de las terminales. Los agroexportadores afirmaron que “está en desuso a nivel internacional por sus imprecisiones, demoras y costos innecesarios”. Destacaron que utilizan balanzas electrónicas validadas por el INTI, con métodos precisos y basados en la ley nacional”.

En todos estos temas, nadie discute los adecuados y saludables controles estatales. Lo que se ruega es que las intervenciones regulatorias no sean palos en la rueda de actividades que han demostrado un dinamismo mucho más productivo que los que se impulsan desde despachos oficiales.