Revista Puerto 25-03-2022 - Karina Fernández En las últimas botaduras celebradas en el Astillero Federico Contessi, el discurso del anfitrión Domingo Contessi tuvo como eje, antes que la industria naval, los problemas macroeconómicos de la Argentina que golpean a la industria pesquera. La inflación y el atraso cambiario ofrecen un panorama complicado que preocupa al industrial. Sobre este tema, el impacto que tiene en el sector naval y sobre la necesidad de generar un marco legal para evitar la importación de barcos usados, hablamos en este reportaje.

REVISTA PUERTO: En la última botadura expresó la profunda preocupación que tiene por la situación económica del país y el efecto que tiene y tendrá en la industria pesquera.

DOMINGO CONTESSI: Es inevitable porque lo que le pasa a la pesca a la larga o a la corta me termina pasando a mí y segundo porque tengo la posibilidad de verlo de las dos partes del mostrador, entonces lo entiendo. Yo me siento en igualdad de condiciones con lo que sucede en la pesca porque mi forma de cobranza es la misma que la de la pesca, yo cobro en dólares oficiales como un exportador pesquero. Estoy teniendo problemas, veo cómo se agigantan los costos mes a mes y estoy aterrado.

RP: En el último año la devaluación del tipo de cambio oficial fue del 22% y han firmado paritarias por 45% y probablemente este año firmen algo similar.

DC: Firmamos por 45% y dimos aumentos por más del 50% de promedio, porque en todas las líneas estamos por encima de las paritarias y así y todo tampoco alcanza para sobrellevar esta realidad. Pero aparte, todos los subcontratistas están en la misma, más lo que se agrega de aumento de precios de las commodities, lo que ha ocurrido con el acero es algo descomunal, aumentó el 100% en China. Todo eso se suma a este contexto, en el que el precio del pescado no se mueve. El dólar y los ingresos de nuestros clientes van por la escalera y la inflación y los costos van por el ascensor a mil por hora. Yo cobro una cuota de los barcos que estamos botando de 100 mil dólares por mes, ya boté dos barcos y no terminé de cobrar el primero, así es el sistema de financiamiento. Antes con esos 100 mil dólares pagaba todos los sueldos del astillero y las cargas sociales, hoy no llego a pagar el 65% de los sueldos.

RP: En la industria pesquera, en el langostino, el trabajador de planta hoy cobra entre mil y mil doscientos dólares o más y es pobre. Es una situación complicada para el trabajador y para el empleador.

DC: Es una situación incómoda desde todo punto de vista, porque vos no le podés decir al trabajador que no le podés aumentar al ritmo de la inflación, pero la realidad es que no sabés de dónde vas a sacar la plata. En el caso de la industria naval, cuando hago un costeo calculo un 12% de rentabilidad y un 6% de imprevistos, yo ya me comí el 12 más el 6 y todo lo que podía tener extra. Estoy apostando a que cambie la bocha en algún momento, si no cambia, necesariamente me voy a tener que sentar a renegociar con todos mis clientes, porque los contratos que firmamos en 2020 con todo lo que pasó en 2021, más todo lo que pasa ahora, están completamente desfasados. El escenario es complicadísimo. Esto no es la primera vez que lo vivimos, ahora lo estamos viviendo con mayor brusquedad porque los índices de inflación son los más altos de los últimos 20 años.

RP: Y ya sabemos que esto no se soluciona con devaluaciones a corto plazo.

DC: No, no creo que se solucione con una devaluación a corto plazo, nadie me escucha gritar: devalúen ya, porque eso nunca solucionó nada. No entiendo por qué dejaron atrasar tanto el dólar durante 2021, porque en 2020 la política de gobierno era la de microdevaluaciones acompañando la inflación. En 2021, como siempre en años electorales, se pisa el dólar, pero la inflación no paró. Había funcionarios que nos decían que lo retrasaron a propósito porque hubo un shock de precios de las commodities, pero la pesca no tuvo ese shock. Hay sectores a los cuales ese tipo de atraso, los destroza. Esa fue mi alegoría del discurso de la última botadura: no te mata la explosión, te mata el escape de gas. Cuando perdés rentabilidad, no dejás de trabajar de la noche a la mañana, uno sigue trabajando, pero todos los meses estás un poquito peor, te vas descapitalizando y en un momento estás con el agua al cuello. En el pico de la competitividad cambiaria, luego de la crisis de 2002, el barquito de Rawson de 21 metros costaba 650 mil dólares, terminamos en que, en 2015, nos costaba 1.800.000 dólares. Se triplicó. De 2015 a 2019 más o menos nos estabilizamos al haber un solo tipo de cambio, pero hoy estamos otra vez mal, el costo de ese barco volvió a crecer. En este contexto una devaluación no sirve porque luego le sigue una estampida inflacionaria y tarde o temprano, lo termina licuando. Este tipo de actividades, industriales y exportadoras pesqueras, son totalmente distintas a una exportación del campo, de commodities o materias primas, hay mucha más gente trabajando en industrias como las nuestras y se necesita estabilidad.

RP: Sin un plan económico que modere la inflación parece imposible que esta situación cambie.

DC: Yo no digo que no haya inflación, sino que las variables se muevan de forma pareja. Se necesita un tipo de cambio que se mueva al ritmo de la inflación, porque es imposible planificar. En el sector pesquero nos hemos acostumbrado mucho a esto, lo he visto toda la vida. Hubo épocas en la que el filet de merluza se vendía a 3.000 dólares y el costo era 3.500 y la pesca no se detenía, hoy quizás estemos en una situación similar. Cuando lo contás no lo pueden creer, pero es así, si paro la planta en lugar de perder 500 dólares pierdo 1.500 dólares.

RP: El subsecretario de Pesca, Carlos Liberman, rescató de su discurso el hecho de que haya agradecido la baja de retenciones a los productos elaborados. ¿Pero eso tiene hoy algún efecto? ¿cómo se hará para hacer productos con valor agregado?

DC: Lo que dije fue que eso se diluyó por completo, lamentablemente. Pero una cosa no quita la otra, es algo que veníamos pidiendo hace diez años y sabemos que esos cambios son difíciles de conseguir, lo intentamos en el gobierno de Cristina Kirchner, en el de Macri y recién lo conseguimos en este, no con la profundidad que queríamos, pero es un gran paso y hay que agradecerlo. Lástima que conseguimos 3 puntitos por ahí y perdimos 25 puntos con la inflación. Hoy no se puede hacer productos terminados en Argentina y si los hacés, sabés que no vas a poder competir con el que lo haga afuera, que podrá ofrecer un producto a uno o dos dólares por debajo del tuyo.

RP: Ustedes se prepararon para hacer langostino pelado y devenado. ¿Y ahora qué van a hacer?

DC: Esta es la historia de la pesca, es la historia de nuestras industrias. ¿Qué otra opción tenés? Acá no se entra y se sale del negocio en un día como en otros sectores, tenemos costos fijos tan grandes que no hay escapatoria, debemos seguir. Por eso nos sentimos desprotegidos con estas situaciones.

RP: Son muy pocas las medidas que se pueden tomar respecto de reembolsos, retenciones, sobre las que se puede avanzar en la pesca y sin embargo hay un abismo para llegar a producir un producto terminado como pregonan los políticos en sus discursos. Si hacen pelado y devenado van a perder plata.

DC: Sí, estamos imposibilitados de cambiar de estrategia. Lo vamos a tener que seguir haciendo, porque cuando tenés una estructura montada, la gente trabajando, las máquinas compradas y lo dejás de hacer, perdés más plata. En la situación inmediata lo que nos queda por hacer es algo mixto, hacer un poco más de entero, otro de reproceso afuera.

RP: El Subsecretario de Pesca asegura que el Estado es socio de los empresarios, que es una política de gobierno. ¿No hay una desconexión entre el relato y la realidad?

DC: El Estado siempre es socio, solo socio en las ganancias, nunca en las pérdidas. Esto excede al Subsecretario de Pesca, quizás al funcionario, hablando de los funcionarios en general, que no la viven en carne propia, les cuesta entender. En el año 2012 cuando veníamos con un atraso cambiario que no se aguantaba más y pedíamos que nos bajaran derechos de exportación por lo menos, vinieron funcionarios del Ministerio de Economía a hacer una auditoría al sector pesquero y no terminaron de creerlo, les decíamos que no podíamos respirar, pero ellos nos veían vivos todavía. Es parecido a lo que pasa con los foristas de los diarios: cuando ven que se exportan 2 mil millones de dólares, lo que piensan es que la levantamos en pala. Ese discurso fácil está muy encarnado. El día que se comprenda vamos a negociar un poco mejor, hoy es muy difícil hablar, no se entiende que, de esos 2 mil millones, algunos implican rentabilidad, otros están en equilibrio y otros exportan a pérdida.

RP: Los sindicatos carecen de personas capacitadas para comprender estos escenarios, tanto para entender cuando no existe rentabilidad como para cuando están de condiciones de mejorar su situación. ¿Hay temor de lo que pueda pasar en las paritarias este año?

DC: Sí, a mí en este momento me da temor todo. Y al margen de que dé terror, tengo comprensión del problema. Lo dije en mi discurso, si yo no entiendo que a la gente la plata no le alcanza estoy siendo un necio, si yo quiero atender mi negocio con el Excel para que me den los costos a mí y dejo a la gente afuera, además de ser una basura estaría siendo un burro. La sábana es corta.

RP: Respecto de la industria naval, escucho que se celebra el hecho de que no se permita el ingreso de barcos usados, pero siempre haciendo la salvedad de que no es una medida definitiva. ¿Cuál es la situación, cuál es el temor?

DC: La normativa no se ha cambiado del gobierno anterior a este. El procedimiento es el siguiente, cuando un armador quiere importar un bien de capital usado, se presenta a la Secretaría de Industria, ellos hacen una consulta a los sectores y si hay producción nacional se niega. En la época de Cristina Kirchner y de Macri se contestaba que había producción nacional y a veces igual se permitía. Ahora la diferencia es que el gobierno se puso firme y no da esas autorizaciones. Lo que estuvimos trabajando con el Ministerio de Desarrollo Productivo y la Secretaría de Industria es darle a eso un marco normativo. Primero porque es muy incordioso como industria naval tener que enfrentarnos a nuestros clientes potenciales diciéndoles, esto lo pueden hacer y esto no; ya existe un consenso de lo que se puede y no se puede hacer en el país. También, al margen de ese consenso tiene que haber algunos criterios, si no se pueden importar barcos de más de cuarenta años de antigüedad no se puede permitir, aunque no se pueda hacer en el país. Eso es lo que pedimos que se plasme en una normativa que sea revisada y aggiornada en el tiempo. Esto simplificará todo para los armadores y los astilleros, nos ordena la cancha a todos.

RP: Es público el reclamo del SiMaPe para importar barcos usados y pareciera que detrás hay algún armador. ¿Existe mucha presión para que esta norma no salga?

DC: Existe mucha presión. Nosotros nos hemos encargado desde la Federación de la Industria Naval Argentina de derribar muchos argumentos, pero esto también nos pone en una situación incómoda. Entendemos la postura de algunos gremios y la de otros no, pero no es nuestra función estar en este litigio permanente, tenemos que superarlo de una vez. El árbitro tiene que ser el Estado y debe tener las herramientas para definir qué puede y qué no puede ingresar.

RP: ¿Se está cerca de contar con esa normativa?

DC: Sí, estamos trabajando, estaba a punto de salir una resolución, ahora no sabemos cuáles son los tiempos.

RP: ¿Los créditos de financiación del Banco Nación siguen siendo una promesa?

DC: Todavía no se han materializado, todavía no se ha monetizado ningún crédito del Banco Nación, pero está la línea de créditos en funcionamiento, están las carpetas bajo análisis y ojalá en los próximos días tengamos buenas novedades. La mayoría de mis clientes no están accediendo a esos créditos, tengo dos que sí, en lista de espera y quizás uno de ellos sea el primer caso testigo porque la obra tiene un 40% de avance.

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