Revista Puerto 22-02-2022 - Roberto Garrone El Floridablanca está amarrado en el extremo oeste del muelle Deyacobbi, la tercera sección donde todo el movimiento está centrado en la cubierta. Más adelante el Marejada flota sin novedades y más hacia la punta hacen cajones y hielo en el Niño Jesús de Praga.

El fresquero de 27 metros de la empresa armadora “Desafío” no pesca desde noviembre pasado, cuando comenzó esta etapa de puesta en valor en los sistemas de guinches y recambio de paneles en la bodega.

Oscar Sayago, capitán y propietario del buque desde que lo recibió de SANYM en 1988, se baja de su camioneta y luego de saludar a los operarios en la cubierta, detalla el plan de obras que requirió una inversión de más de medio millón de dólares.

“Cambiamos los cinco guinches y pusimos unos nuevos. En eso solo fueron más de 300 mil dólares. Eso nos va a permitir mejorar la maniobra de pesca, en menos tiempo, y que el pescado llegue en mejores condiciones a la cubierta”, dice Oscar mientras mira al detalle la tarea de los obreros navales.

Hay quien termina de pintar la estructura de uno de los guinches y un carpintero calibra unos tramos de madera que se acaban de instalar en el sector de la proa. El recambio de los guinches demandó la colocación de un nuevo tanque de 1600 litros de aceite.

El Floridablanca tiene 27 metros de eslora y almacena unos 2.400 cajones cuando sale a merluza o anchoíta. Obras de mantenimiento y mejoras como estas que realizan ahora son frecuentes en el barco. Sayago cuenta que el año pasado le colocaron todas las bordas nuevas y revistieron de material ignífugo desde la timonera hasta los camarotes.

“Anotá”, me dice, como si se hubiese acordado repentinamente de algo que había olvidado. “Viste que ahora no se puede llevar más la parrilla tradicional… Por eso cambiamos la cocina y pusimos también una parrilla eléctrica”, agrega Oscar. Por si la flamante incorporación generaba mayor demanda de energía, sumaron un motor Scania de 350 caballos como auxiliar.

Sayago está ansioso por terminar la obra y pasar las inspecciones para poder salir a pescar. “Dicen que hay mucho langostino sobre el 41° Sur”, revela. Pero para eso le faltan algunas semanas. Cuando salga del muelle tiene previsto quedar en seco en las gradas de TPA donde hará carenado y pintado de casco.

“No, que voy a cambiarlo si el barco está nuevo”, refuta el armador cuando le consulto si está evaluando construir uno nuevo. “Y con este nos alcanza para los tres”, dice en referencia a sus dos hijos que trabajan junto con él en el barco y la planta de reprocesamiento.

Sayago no se acuerda si recibió una o dos imputaciones como recuerdo de la zafra de langostino en aguas nacionales el año pasado. “Me parece bien que te sancionen por traer cajones con más peso de lo permitido”, aclara, pero no está de acuerdo con las imputaciones formuladas mientras la flota está pescando.

“No saben nada, nunca se subieron a un barco, mucho menos cuando estás pescando en una zona rodeado de tantos barcos. Es imposible arrastrar a más de tres nudos y medio como dicen porque te llevás por delante a alguno”.

Ya las mejoras al barco pasaron a un segundo plano. Oscar comienza a hablar de las imputaciones y cobra temperatura. Capitán con cuarenta años de experiencia, tiene sus argumentos para refutar las presunciones de la autoridad de aplicación.

“Otra cosa que no me cierra es que las multas más altas las aplicaron sobre barcos de Mar del Plata, mientras que las impuestas a los del sur son bajísimas. Ahí también se nota que nos quieren joder a nosotros. Ponelo a eso también”, pide Sayago.