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El cabañero Marcelo Treachi protagoniza una revolución ganadera que incluye muchos cambios: De las vacas a la ovejas, de la Holando a la Dorper, de Buenos Aires a Santiago
“Nací y me crié en Vedia, provincia de Buenos Aires. Mi abuelo tenía tambo, al que de chico íbamos en familia tres veces por semana, y mi padre siempre estuvo vinculado al rubro semillas. Del tambo me nació la pasión por las vacas lecheras Holando y ...
 

 
Bichos de Campo 10-01-2022 - Esteban “El Colorado” López “Nací y me crié en Vedia, provincia de Buenos Aires. Mi abuelo tenía tambo, al que de chico íbamos en familia tres veces por semana, y mi padre siempre estuvo vinculado al rubro semillas. Del tambo me nació la pasión por las vacas lecheras Holando y por participar en los remates y ferias”, recuerda Marcelo Treachi sobre el inicio de la que claramente ha sido su pasión y su especialidad a lo largo de la vida: la genética.

Treachi estudió primero en la escuela agrotécnica de Vedia, que era de una cooperativa de tamberos que tenía una fábrica de quesos. Después cursó la carrera de veterinaria en la ciudad de Buenos Aires. Pero cuando estaba en cuarto año de la facultad, fue convocado por Santiago Di Tella para ser asesor genético de la Cabaña Los Nogales en su remplazo, por cuatro años, porque se iba a Estados Unidos.

“En 1985 comenzamos allí con la importación genética. Hicimos muchísimas transferencias embrionarias, porque era la época en que comenzaban a hacerse las transferencias móviles. Yo asignaba a qué vacas se les podían hacer las transferencias y los servicios de esas vacas. Me reportaba directamente a Guido Di Tella (el ex canciller, a la vez productor lechero) y acumulé una experiencia laboral y de vida muy importante. Me volví a Vedia, me casé y pasé a ocuparme del tambo familiar y otros emprendimientos agropecuarios”, rememora Marcelo.

En Vedia alquiló en 1990 otro campo para agrandar el tambo de su abuelo. Y en 1994, levantó una fábrica de quesos sobre la ruta 7, que debió cerrar cuatro años después cuando su principal comprador se presentó en convocatoria de acreedores. Se reinventó haciendo agricultura y engorde de novillos en Feed Lot. A fines de 2001, vendió todo mis novillos y compró un campo en La Pampa, que en 2003 también vendió en busca de nuevos desafíos.

-¿Y fue así como llegaste a Santiago del Estero?

-En 2004 decidí instalarme y desarrollar un feedlot en Santiago del Estero, una tierra de oportunidades con mucho potencial, donde estaba todo por hacer. Producía novillos de calidad para todo el norte. En ese mismo año logré vender la fábrica de quesos a Miguel Nucete, así que en 2005 mi familia se instaló en Santiago capital.

Mirá la entrevista con Marcelo Treachi:

Treachi se vio obligado una vez más a reinventar su negocio agropecuario cuando el gobierno de Néstor Kirchner cerró las exportaciones de carne vacuna en 2006 y los precios de la hacienda se desmoronaron. “Me agarró con 2000 novillos encerrados en en el feedlot y todavía lo estoy maldiciendo. Lo fui desarmando y compramos una buena superficie sobre la ruta 176, a 15 kilómetros al norte de La Aurora”.

Fue ahí que a su primer cambio le sumó una segunda gran decisión: pasar de ser un productor de bovinos a serlo de ovinos.

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“Empecé a pensar en cambiar hacia una actividad que vinculara a mis dos hijas con lo agropecuario. Y pensé en las ovejas, porque son más fáciles de transportar a las exposiciones y a mis hijas les iba a encantar. De paso, yo podía continuar con mi pasión por la genética, pero ahora en ovinos”, relató Marcelo.

-¿Y cómo fueron aquellos comienzos con las ovejas?

-De entrada compré ovejas en general, sin pedigree, para evaluar cómo las podía manejar en este ambiente. Así nación en 2015 nuestra Cabaña La Aurora del Monte, a la que inscribí a nombre de mis dos hijas, María Clara (21) y Felicitas (18). Después compré Dorper de segunda y tercera generación. Hoy ya tengo, de cuarta.

-Todos están hablando de la raza Dorper…

-La Dorper es una raza rústica, sin lana, para la producción de carne, generada en zonas desérticas de Sudáfrica y que para estas zonas norteñas se comportan como una “4 x 4”. No necesita de esquila, tiene una gran resistencia a los parásitos. Consume mucha fibra y en el norte, que tenemos una época del año con mala calidad de fibras, la consume sin disminuir mucho su condición corporal.

-¿Es la única raza que trabajás?

-No. Luego agregué Hampshire Down puro, de pedigree. Ésta es una raza inglesa, carnicera por excelencia, la número uno del mundo en calidad de carnes, por su “marmoreo”. Sería la Angus de las ovejas. Es más apropiada para la pampa húmeda, pero se adapta perfectamente en el norte. En Argentina importamos genética de Dorper, pero en cambio, en genética de Hampshire, nuestro país es líder en Sudamérica, nos hemos convertido en proveedores de genética de élite, a Paraguay, Brasil y Uruguay. Ya están viniendo también de Perú, Bolivia y Colombia. Somos vendedores de genética Hampshire para Sudamérica. Hasta criadores de Sudáfrica nos siguen en esta raza. Se acaba de rematar una borrega Hampshire en 30.000 dólares. Y la cosa cambió, en la actualidad no conviene invertir en animales de doble propósito porque el mundo camina hacia la especialización. O te dedicás a producir carne o leche o lana.

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-Decís que en el norte muchos tienen ovejas para autoconsumo, pero pocos son productores de ovejas. ¿Falta mucho para que todo se profesionalice un poco más e incorporen mejoras genéticas?

-Sí, falta muchísimo para que se transformen en productores. La ley ovina ayuda mucho a que el productor compre un animal de mejor calidad, y al comprar un reproductor caro, lo cuida. Porque a ese no lo va a cruzar con un animal regular. Este rubro requiere de un tratamiento personal pero con capacitación, lo cual escasea. Pero genera arraigo, porque la oveja mejora el suelo del campo, permite arrancar con baja inversión y tiene un rápido retorno. Además, sobra mercado porque se vende todo.

-¿Y existe en el norte del país un mercado para tu negocio de cabañero, que es vender reproductores?

-Hay exposiciones locales y nacionales a las que concurrimos y además estamos analizando los remates virtuales. Una cosa es proveer genética a los productores que recién se inician, y otra cosa es si proveés genética de élite, que es un negocio mayor. Algo importante también es que ahora los criadores de las razas Dorper y White Dorper tenemos nuestra propia asociación, de la cual soy cofundador.

-¿Y será Santiago del Estero tu lugar definitivo?

-Me acabo de comprar un campo en Colonia Dora para trasladar mi cabaña ovina. Además un amigo en esta misma zona me consultó para comprarme algunas ovejas con el fin de regenerar su suelo donde cultiva alfalfa. Le propuse asociarnos y ya tenemos 300 ovejas. De paso, estoy trabajando allí para hacer absorción de ovejas generales con Dorper. Santiago del Estero es una linda ciudad para vivir y en la provincia los calores extremos no son tantos, van del 15 de diciembre al 15 de enero. Acá queda mucho por hacer. Y criar ovejas te da muchas satisfacciones cotidianas y tanto a mí como a mis hijas nos llena de felicidad.
 

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