Ambito Financiero 16-12-2021 - Yanina Otero En medio de la fuerte suba que experimentó el precio de la carne vacuna en noviembre pasado que superó el 10% en diversos cortes de consumo popular en la mesa de los argentinos, se conoció que el consumo por habitante por año, considerando el promedio de los últimos doce meses, se ubicó en 47,7 kg, lo que representa una caída interanual del 4,5%, pero una leve recuperación respecto al mes anterior ya que el guarismo había terminado en 47 kilos. Lo cierto es que de cualquier manera, estos valores están muy lejos del ideal que aspira alcanzar el Gobierno que estaría entre 50 y 55 kilos por habitante por año.

Quizás como dato positivo se puede mencionar que en la medición individual, según los datos provisorios de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra), el consumo de noviembre se habría ubicado en 51,1 kilos, lo que representa un crecimiento interanual de alrededor de dos kilos. De cualquier manera, el dato que preocupa y ocupa hoy al oficialismo es salir de esta dinámica que llevo al consumo de carne a caer más del 6% en apenas dos años y hasta 30% si se lo compara con 2008 cuando se había ubicado en 68,2 kilos por habitante.
El Mercado Central de Buenos Aires, anunció un nuevo acuerdo de cortes de carne, huevos y pollo a precios accesibles.
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El Mercado Central anunció un nuevo acuerdo de precios en carne, huevo y pollo

En este escenario hay un dato fundamental que no se puede dejar de pasar por alto, si bien es cierto que actualmente el consumo de carne de los argentinos está en su rango más bajo de al menos los últimos diez años, también durante este mismo lapso de tiempo hubo un fuerte cambio en las hábitos de consumo. Es que la carne de pollo, fundamentalmente, y la de cerdo -quizás impulsadas por sus menores valores- comenzaron a ganar terreno en la dieta diaria.

Los números son contundentes, actualmente los argentinos consumen al año alrededor de 43 kilos de carne de pollo y 20,5 de cerdo, que sumado a la de carne, termina en más de 110 kilos por habitante por año. Es decir, la dieta de los argentinos es una de las más carnívoras del mundo y sigue firme en su promedio histórico de 100 kilos al año, con la diferenciación que la carne vacuna fue perdiendo terreno paulatinamente.
Escalada de precios

Más allá estas variables hay algo clave que explica a las claras la retracción del consumo de la carne vacuna. En el último año, según los datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), los precios en las góndolas de los supermercados y carnicerías mostraron un incremento interanual de nada menos que el 75,5%, es decir más de 20 puntos por arriba del índice general de inflación. Incluso fue uno de los factores fundamental que llevaron a la inflación de noviembre a ubicarse en el 2,5% en medio de las maniobras que está llevando el Gobierno con las distintas cámaras del sector alimenticio para contener los precios de la canasta básica en las góndolas.

Pareciera que el precio de la carne en el mercado interno se sigue escapando de cualquier lógica, porque a pesar de que el Gobierno intervino las exportaciones, con el claro objetivo de priorizar el consumo doméstico, lo cierto es que el producto mostró caídas muy leves en sus cotizaciones para luego acelerar fuerte durante octubre y noviembre.

Lo que seguirá de ahora en más de cara al próximo año será la puesta en marcha del Plan GanAr 2022-2023, impulsado por el ministerio de Agricultura que busca incrementar la producción de carne para despejar las tensiones entre el mercado externo y el interno.

En tanto y luego del anuncio del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, de un acuerdo con los frigoríficos y supermercados para aumentar la oferta de cinco cortes de carne vacuna a precios hasta 40% por debajo de los actuales y que estarán disponibles para las festividades de fin de año, lo que seguiría de ahora en más y con la mirada puesta en el próximo año será también alcanzar un entendimiento con el sector para continuar monitoreando los precios, fundamentalmente de los siete cortes de consumo habitual en la mesa de los argentinos.