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Criar búfalos: una experiencia desafiante y cada vez más productiva
Departamento de General Paz - Corrientes. El sol del mediodía se refleja en el agua de los humedales: campo adentro, rodeados de yacarés, ñandúes y monos aulladores, entre otras especies de la fauna típica del ecosistema de los Esteros del Iberá, apa ...
 

 
TN 24-11-2021 - Josefina Pagani Departamento de General Paz - Corrientes. El sol del mediodía se refleja en el agua de los humedales: campo adentro, rodeados de yacarés, ñandúes y monos aulladores, entre otras especies de la fauna típica del ecosistema de los Esteros del Iberá, aparecen los ejemplares negros del gran bóvido que tiene sus orígenes en el sudeste asiático, pero que hace décadas fue introducido en nuestro país: el búfalo.

A 108 kilómetros de la capital correntina, en el departamento de General Paz, un prolijo letrero anuncia el ingreso a la Cabaña Pedro Silva: allí funciona el primer y único Centro Integral de Inseminación Bubalino de Argentina (CIIAB).
María observa mientras sus búfalos se bañan para mantenerse frescos. Foto: Josefina Pagani.
María observa mientras sus búfalos se bañan para mantenerse frescos. Foto: Josefina Pagani.

En el establecimiento se utiliza un sistema de crianza sustentable y amigable con el medio ambiente. Lisa y llanamente, aquí los protagonistas son los búfalos, animales que, en el caso de los machos, pueden llegar a alcanzar los 1200 kilos.

Debido al tamaño del campo, la empresa familiar creó en 2015 un sistema de implantación de pasturas con rotación de potreros. Hasta la misma casa donde viven sus criadores está construida y emplazada en un lugar donde pueden tener el control necesario de cada uno de los animales.
Cada macho reproductor vive en su respectivo predio: cuenta con techo de madera y comedero, además de bebedero, ducha individual y sombra natural. Foto: Josefina Pagani.
Cada macho reproductor vive en su respectivo predio: cuenta con techo de madera y comedero, además de bebedero, ducha individual y sombra natural. Foto: Josefina Pagani.

María Nilda Silva reconoce a cada uno de sus animales sin necesidad de ver el número de la caravana. Correntina e hija de maestros rurales, nada la relacionaba con la ganadería, hasta que heredó un campo de su abuelo.

Un día, uno de sus tres hijos, Yuri, le envió una foto de un búfalo desde la India y se produjo el chispazo que la llevó a investigar más sobre la raza. Cuanto más leía, más se apasionaba. Fue así que el 19 de diciembre de 2014 compró 110 bubillas.
Una idea, un proyecto y una oportunidad

A contramano de lo que todos le decían, María crió a esos animales recién destetados con muchísimo esmero. El rodeo adquirido era mestizo: parte Murrah, que debe su nombre a una palabra hindú que significa “espiralado” debido la forma de sus cuernos, y parte de la raza italiana Mediterránea.
Una bucerrita mediterránea que cumplió 4 meses y ya pesa más 200 kilos. Foto: María Nilda Silva.
Una bucerrita mediterránea que cumplió 4 meses y ya pesa más 200 kilos. Foto: María Nilda Silva.

Meses después, junto a su marido, Horacio Maier, decidieron incorporar genética para mejorar el biotipo y genotipo de la raza. Además, realizaron el control sanitario correspondiente y el Senasa los habilitó como cabaña. Conociendo la especie cada vez más, María entendió que el búfalo era un animal peligroso en estado salvaje, pero muy dócil cuando se lo domestica.

“Aquí no se les grita, no se les pega, no se los marca con fuego, ni se los castra; tampoco le quemamos los cuernos. Para un mejor manejo les ponemos una argolla nasal que no les duele y que nos ayuda a tener un control del animal, si por ejemplo, se asusta. Sabemos que con este trato, el búfalo transita su vida en plenitud y es mucho más eficiente y productivo”, explicó en diálogo con TN. Además, conviven en un ambiente donde no se modifica el hábitat natural y no se realizan quemas de pastizales.
Horacio junto a un reproductor y una hembra. En la cabaña utilizan como forraje caña de azúcar, pasto elefante, sorgo y brachiaria. Foto: Josefina Pagani.
Horacio junto a un reproductor y una hembra. En la cabaña utilizan como forraje caña de azúcar, pasto elefante, sorgo y brachiaria. Foto: Josefina Pagani.

La productora destacó que la clave es tratar a los animales con mucho respeto. Sus cuatro años de estudiante en la facultad de medicina y su interés por distintas disciplinas como la farmacología y fisiología veterinaria, entre otras, le dieron las herramientas necesarias para atender y cuidarlos. Pero con el correr del tiempo, notó que no existía suficiente información ya que la especie no se estudia como asignatura en las universidades.

Por ese motivo, comenzaron a participar en trabajos de investigación junto al INTA Corrientes y la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE-Conicet) sobre implantación de pasturas, inseminación artificial a tiempo fijo, desestacionalización de servicios, colecta de semen, aspiración de ovocitos para fecundación in vitro, producción de pajuelas, transferencia embrionaria, entre otros.

Además, colaboran con estudios para evaluar la diferencia en la calidad de leche en animales que se alimentan únicamente con pasturas y los que comen alimentos suplementados (UNNE-Conicet), análisis lácteos bubalinos (Uncaus-Conicet) y junto a la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) desarrollan un proyecto de genética.
Producción nacional y proyección de la actividad

“Queremos que los búfalos sean una alternativa en la ganadería del país, no una competencia, ya que tienen altas características de adaptabilidad en campos difíciles”, explicó Horacio, quien agregó que en Corrientes existen la mayor cantidad de criadores de búfalos y de cabezas de ganado.

En Pedro Silva valoran a estos animales como en otros países: Brasil, Colombia, Italia y Bulgaria, entre otros. “Con un buen manejo en provincias como Corrientes o Chaco, los búfalos logran un promedio de 80% de preñez. Además, tienen una alta longevidad (pueden vivir hasta 25 años) y una gran capacidad para producir carne, leche y hasta cuero, que en el mundo se utiliza para hacer desde tapizados hasta calzado y colágeno. En la Argentina estamos desaprovechando muchas oportunidades”, remarcó.
Rodeo en la cabaña Pedro Silva.

Si bien todavía existen dificultades de comercialización (el búfalo vale un 10% menos que la vaca), Maier sostuvo que realizando un buen manejo han obtenido bucerros de un año con 250 kilos. “La diferencia fundamental es la capacidad del aparato digestivo de los búfalos de transformar pasturas de baja calidad en alta proteína animal. Además, la leche tiene muy buenas cualidades como su alto contenido de proteínas, mayor grasa pero menos colesterol, vitamina A y minerales. Es ideal para elaborar quesos y otros productos muy requeridos en el mercado argentino y mundial”, destacó.
Un paso más

Hace un tiempo, María y Horacio se propusieron otro desafío: poder inseminar. Pero para ser habilitados debieron adaptar todo el establecimiento. Actualmente los animales están divididos en grupos: búfalas adultas, búfalas primíparas, bubillas y destetes.
 

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