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A contramano de la dirección del mundo
La nueva ley de biocombustibles que reemplaza el régimen que existía en la Argentina desde 2006 va a contramano de los compromisos internacionales del país en materia de lucha contra el cambio climático y, además, desaprovecha el aporte que podrían h ...
 
 
La Nación 19-07-2021 - Gabriela origlia La nueva ley de biocombustibles que reemplaza el régimen que existía en la Argentina desde 2006 va a contramano de los compromisos internacionales del país en materia de lucha contra el cambio climático y, además, desaprovecha el aporte que podrían hacer estos productos para reducir las emisiones. Más allá del aspecto ambiental, hay un aporte al ahorro de divisas porque para reemplazar los que no se usen se requiere de importación de fósiles.

La nueva ley establece para el gasoil un corte mínimo de biodiésel de soja del 5% (con el anterior régimen era del 10%), aunque la Secretaría de Energía de la Nación podrá elevarlo o reducirlo hasta un piso del 3%. Las naftas, en tanto, deberán mezclarse con un mínimo obligatorio de 12% de bioetanol aunque eventualmente podría bajarse a 9% con una merma que absorbería el etanol de maíz, no el de caña de azúcar.

“Los biocombustibles y su rol potencial para la implementación de la Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus sigla en inglés) de Argentina en el marco del Acuerdo de París” es el trabajo de Jorge Hilbert, técnico del Inta, y Luciano Caratori de la Fundación Torcuato Di Tella, que analiza que con la actual capacidad instalada de producción de bioetanol y biodiesel se podrían reducir las emisiones entre el 4,5% y el 8%.

La Argentina, en diciembre pasado, se comprometiócon todos los sectores de la economía a no exceder la emisión neta de 359 Mtco2 (megatoneladas de dióxido de carbono) en el 2030, lo que implica una baja del 26% de emisiones.

Si en ese año, indica el reporte de los investigadores, hubiera un corte del 10% de biodiesel en gasoil y del

12% de bioetanol en naftas habría una reducción de 4,2 millones netas de toneladas de dióxido de carbono equivalentes; si la mezcla fuera de

20% y 24%, la baja sería 8,5 millones de toneladas.

El cálculo es de una baja “neta” porque se descuentan las emisiones que genera la producción de los bios, aunque los técnicos coincidieron que con el tiempo hay una tendencia a reducirlas por mejores procesos, una situación inversa a la que se da con los combustibles fósiles.

Si el año pasado se hubiera aumentado la mezcla en función de lo que permitía el régimen vigente, se habrían emitido 1,8 millones menos de toneladas de dióxido de carbono equivalente. “La cifra demuestra que las decisiones tienen un costo reputacional y competitivo”, sostiene Caratori.

Los técnicos subrayan que hay una aceleración de “cambios profundos en los modos de comercio, industria y energía a nivel mundial, con impacto en la competitividad de las empresas y de los países” y que las políticas que adopte la Argentina en los sectores energéticos productivos determinarán su competitividad.

Los biocombustibles deben evolucionar también para acompañar el proceso, “no meramente mediante la sustitución gradual de los combustibles fósiles, sino ocupando un lugar relevante en el nuevo planteo del uso de la energía”, que incluye no sólo la adopción de nuevas tecnologías, sino también cambios de uso y comportamiento de la gente. Y añaden: “Los bios permiten hacer una drástica reducción de emisiones hasta tanto las otras tecnologías y la transformación del transporte vayan adaptándose”, dice Hilbert. La posición va en la misma línea del último documento de la Agencia Internacional de Energía (AIE) ya plantea que el mundo, a más tardar en 2050 debía abandonar las energías fósiles.

El informe reconoce que los combustibles líquidos de bajas emisiones son irreemplazables para una gama de transportes que no podrán ser electrificados por problemas de infraestructura. Plantea un escenario de migración hacia energías cada vez más avanzadas.

En diálogo con la nacion, Hilbert subraya que la producción de biocombustibles “tracciona” la producción de granos y eso favorece la disponibilidad de alimentos. “Es decir, en absoluto los bios van en contra de la ‘Mesa de los argentinos’, es más donde se hace etanol hay burlanda a bajo precio para alimentar a los animales con lo que se reduce el costo de producción de la carne; si se para esa industria, hay que usar grano de maíz, que tiene tres veces menos de proteína y dos veces menos energía”.

También enfatizó que reduciendo la participación de los bios, “se terminan usando dólares para importar fósiles teniendo una alternativa disponible. Es una situación esquizofrénica la que se produce, porque el Gobierno se termina contradiciendo a sí mismo con lo que está realizando”.

Lamenta que para la nueva ley no se haya convocado a las comisiones de Medio Ambiente de las cámaras del Congreso ya que se están “violando” normas que amparan el Acuerdo de París. La Argentina deberá presentar en noviembre en una conferencia en Glasgow sus planes para cumplir los compromisos asumidos.

Los investigadores subrayan que aporte para la descarbonización y reducción de emisiones que hacen los biocombustibles líquidos es “muy significativa con una mínima inversión y una generación de desarrollo empleo distribuido en muchas provincias”.

Si bien mencionaron varios casos de países que promueven los biocombustibles, se detuvieron en Brasil -líder en el sector- que hace poco aprobó el programa “Combustível do Futuro” con el que pretende dar “una clara señal al mercado sobre la planificación energética del gobierno federal para la descarbonización del sector del transporte”.

Los especialistas diseñaron escenarios para el biodiesel: la capacidad instalada de producción con la materia prima disponible es de cinco millones de metros cúbicos, con lo cual el corte de gasoil -en función de la demanda de 2019 (no computan 2020 por el efecto pandemia)podría alcanzar el 37% y el

25% al 2030. Escalando los números al potencial, es de 9 millones de metros cúbicos de producción y cortes de 68% y 45%, respectivamente. Los valores no descuentan la exportación de biodiésel y tampoco adicionan una expansión en el uso de materia prima.

El mismo ejercicio lo realizaron para el bioetanol a partir de caña de azúcar. Con la capacidad instalada actual se producen 530.000 metros cúbicos que cubrirían un corte de

5,8% con la demanda de 2019 y 4,9% proyectada al 2030; el potencial se proyecta en 997.000 metros cúbicos, con cortes de 10,9% y 9,1% respectivamente.

Al combinarse la capacidad máxima actual de bioetanol de almidón de maíz y de caña de azúcar se alcanzaría un total de 1,246 millones de metros cúbicos, volumen equivalente al necesario para un corte de bioetanol en naftas del

13,6% (calculado en base a demanda de 2019). Con los proyectos declarados por privados con los que hablaron los autores del trabajo, a corto plazo se podría subir al 17% y, explorando su potencial con la materia disponible, se podría alcanzar el 28,8% en 2030.
 

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