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Revista Puerto 25-02-2021 - Roberto Garrone Apolo Fish es uno de los frigoríficos que el año pasado había tenido reclamos laborales frecuentes por parte de sus trabajadores registrados. Con la incorporación de nuevos socios, como Ariel Pennisi, y el acceso de langostino fresco, no solo mejoró el nivel de actividad sino que tuvieron que sumar más personal.
Pero quienes se sumaron, 18 envasadoras y 2 peones, lo hicieron en negro, arreglando un valor por hora de trabajo. Ayer buena parte de este grupo estaba en la puerta del frigorífico, Pescadores al 1200, reclamando para que la empresa mejore la oferta por prescindir de sus servicios.
La historia comenzó el viernes pasado cuando, después de una semana sin convocarlas a trabajar, un grupo de envasadoras fue a buscar la ropa de trabajo para hacer alguna changa. Ahí se enteraron que Apolo las había reemplazado por otros trabajadores, en este caso de la cooperativa “Los Rodríguez”.
“Nosotros ganábamos 250 pesos la hora y querían que nos sumemos a esa cooperativa donde pagan 180 pesos”, contó Melissa Delcoro, quien con 35 años, comenzó a trabajar el año pasado, durante la pandemia. “Hacíamos de todo, langostino, pero también merluza; envasábamos y calibrábamos. Hemos estado más de 15 horas trabajando sin problemas. Pero ahora no nos convocaron más”.
A su lado escucha María de los Ángeles Rodríguez, una de sus compañeras que también participa del reclamo. “Pacífico, acá no trajimos los chicos ni quemamos gomas por respeto a los vecinos. Queremos que nos registren o que nos sigan pagando como antes. Acá hay compañeras de 9 meses de antigüedad, otras de 8 y otras de 6. La empresa no hace ni dice nada más que esa oferta de 10 mil pesos. Eso es jugar con nuestra dignidad”, señala compungida.
Desde la empresa no formularon declaraciones. REVISTA PUERTO tomó contacto con uno de los socios, Roberto Paredes, pero se excusó por estar alejado del frigorífico por un problema de salud.
“Nosotros hablamos con Pennisi y Carro (otro de los socios). Ellos no bajaron el trabajo porque hay compañeras de la cooperativa que nos han reemplazado”, cuenta Mabel Medina, otra de las envasadoras que espera respuestas.
En la puerta del frigorífico hay unas maderas acumuladas al lado de unas gomas amenazantes. En las paredes del frigorífico todavía se advierten huellas de reclamos pasados. “También hay una señora, Graciela, que hace control de calidad para Otero, que trae mucho langostino a reprocesar acá. La mitad de la gente acá está en negro y los efectivos no tienen ART. Nunca hemos tenido problemas con nadie, pero queremos lo que nos corresponde”, remarcó la trabajadora.
Al cierre de esta edición el grupo de envasadoras se mantenía en las puertas del frigorífico esperando por una respuesta. Dada la necesidad de volver a trabajar para mantener a sus familias, algunas analizan la posibilidad de seguir siendo precarizadas como lo eran hasta la semana pasada, pero ahora dentro de la cooperativa Los Rodríguez, con menores ingresos.
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