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Maradona y el país que no es
En un país todavía conmocionado por la muerte de Diego Armando Maradona, su mayor ídolo popular, cabe preguntarse sobre los paralelismos que se pueden trazar entre aquellos que tienen talentos únicos, inigualables, y las condiciones en las que se deb ...
 
 
La Nación 30-11-2020 - Cristian Mira En un país todavía conmocionado por la muerte de Diego Armando Maradona, su mayor ídolo popular, cabe preguntarse sobre los paralelismos que se pueden trazar entre aquellos que tienen talentos únicos, inigualables, y las condiciones en las que se deben desenvolver.

Cuando los diferentes gobierno toman medidas que frenan el potencial productivo del agro muchas veces se ha dicho que estas decisiones equivalen a "tener a Maradona o a Messi en el banco". Las metáforas futboleras suelen ser incómodas para quienes no les despierta interés alguno ver a 22 personas corriendo detrás de una pelota. Sin embargo, a veces ayudan a comprender lo que se está haciendo mal.

Semillas y biocombustibles: las cadenas agrícolas pidieron leyes superadoras

En el análisis de esas decisiones también se incurre en el error de creer que "no son para tanto", y se las compara con quienes están peor o con supuestos otros beneficios. En el caso del campo, rara vez se efectúa el análisis contrafáctico: lo que sucedería si en el país hubiera estabilidad macroeconómica, impuestos no distorsivos, vinculación comercial con el mundo, mercados transparentes, reglas claras, cero burocracia estatal o infraestructura adecuada, entre otros aspectos.

En los últimos tiempos, para peor, esta escala está bajando porque de lo que se trata de exigir ahora son aspectos básicos consagrados en la Constitución Nacional como el respeto a la propiedad privada, el libre tránsito y el libre comercio. Esto se está afectando particularmente, por ejemplo, con los cambios en la ley de manejo de fuego, el llamado "impuesto a la riqueza" o las restricciones a la circulación y al movimiento de personas que establecieron los gobiernos provinciales por el coronavirus.

Muchas veces en el agro se destaca que la Argentina está entre los líderes mundiales en el comercio de harina y aceite de soja, limón, carne y algunas frutas. No está mal resaltar el orgullo por la propia producción. Lo hacen en otros lados y todavía mejor, como lo efectuó hace unos días el gobierno de Brasil durante la reunión del G-20 en un video presentado por el presidente Jair Bolsonaro. Pero además de exhibir estos logros cabría preguntarse cuánto más se podría producir sin las condiciones fueran diferentes de las actuales.

Aquellos 100.000 millones de dólares que el Estado capturó del campo argentino desde 2002 en concepto de derechos de exportación pudieron haber vuelto a quienes los generaron. Seguramente se hubieran generado más oportunidades de inversión en las propias comunidades donde se originaban y creado nuevos puestos de trabajo. ¿Cuánto dinero más hubiera habido para invertir en galpones avícolas, ganado porcino o establecimientos de engorde a corral que tienen como insumo el maíz y la soja? Y ni hablar del mayor número de plantas de biodiésel o etanol que generan combustible de fuentes renovables y que le hubieran permitido ahorrar al fisco argentino las importaciones de gasoil.

De esos 100.000 millones de dólares también se hubieran multiplicado las inversiones en riego para desarrollar la agricultura en zonas áridas y semiáridas. Y también hubieran permitido la expansión de quienes hacen agricultura o ganadería a zonas extrapampeanas a las economías regionales para producir alimentos de alto valor como frutas finas, olivos o carnes especiales. Unos pocos lo están haciendo, pero sobre la base de su visión y de su esfuerzo personal.
Estado voraz

Sin que hubiera un Estado dedicado a capturar recursos de los sectores eficientes, también se hubieran desarrollado sectores enteros de los que hace años se habla como potencial, pero rara vez tienen las condiciones para dar el salto productivo. ¿Qué hubiera ocurrido con la acuicultura, por ejemplo? A la Argentina no le falta agua y grano, precisamente.

Si uno vuelve a una metáfora futbolera, ¿qué hubiera pasado si Maradona o Messi se hubieran quedado en la Argentina porque ganaban bien y jugaban en un campeonato bien organizado? Difícil saberlo. En cambio, sí se sabe que a estas personalidades se les exige que sean héroes individuales que rescaten a un país de todas sus frustraciones y miserias. Y cuando se los puede usar y exprimir al máximo se los usa.

Esta forma de atraso no tiene por qué ser permanente. Hay otros países que sirven de espejo para mirarse. En algún momento, como sociedad, hicieron un clic, dejaron atrás los lastres del pasado, se pusieron de acuerdo y se dedicaron a expresar su potencial. Australia y Nueva Zelanda, por ejemplo. Son aquellos que no esperaron a que apareciera un genio único para salvarlos.

Ese crecimiento argentino que no ocurrió se dio en una etapa de explosión de la demanda de productos agropecuarios. Ahora, nuevamente, está por aparecer una etapa similar, aunque en una medida menor. ¿Se dejará pasar nuevamente la oportunidad?
Por: Cristian Mira
 

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