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La Razón - 16-11-2020 - Fernando Gregalio De acuerdo con el último informe de la Bolsa de Cereales de Rosario, el volumen estimado de cosecha de Trigo a nivel nacional se estima en 16.7 millones de toneladas, volumen inferior al de la campaña 2017/18.
A pesar de que se sembró casi 1,1 millones de hectáreas, más que en esa oportunidad, la sequía ha impactado a la actual campaña generando un escenario de alta incertidumbre. Se hizo todo para que el potencial triguero supere los 21 millones de toneladas, ya que esta fue la segunda siembra más importante de los últimos 18 años y se aplicaron altos niveles de fertilización, la nueva estimación de noviembre señala una nueva caída, proyectando la cosecha en 16,7 millones de toneladas, sobre una superficie sembrada de 6,5 millones de toneladas y una pérdida de superficie de 600 mil hectáreas.
Con este panorama a nivel nacional, dialogamos con el Ing. Agr. Antonio Martín, para saber la situación del partido de Chivilcoy. “En general la situación es favorable y se esperan producciones dentro de los valores normales para una buena cosecha. Si bien hubo un período seco que afectó al cultivo, el impacto no fue tal ya que el trigo se encontraba en estado de pasto, en desarrollo vegetativo y macollaje. Igualmente, se percibe en esta campaña cultivos de menor porte, de menos altura, que otros años, asociado a cierto faltante de humedad junto con los intensos fríos de los meses de julio y agosto. Fueron 10 heladas en julio y 9 en agosto”.
La recuperación de las lluvias en septiembre y octubre acompañaron en la etapa reproductiva, lo cual permite estimar buenas producciones.
“Desde el punto de vista sanitario se pudo observar la presencia de roya de la hoja, mancha amarilla y más recientemente la posibilidad de infecciones por Fusarium, precisamente en el período de floración e inicios de llenado de granos, provocado por el período de lluvias que se produjo entre el 19 y 25 de octubre. Por estos días se podrán observar las espigas afectadas, si es que existen, también su magnitud y las variedades más susceptibles o que las tomó justo en el período de antesis, que es el momento más sensible del cultivo”.
Por lo demás, las fertilizaciones se pudieron realizar de manera adecuada, y lo mismo las aplicaciones de fungicidas en los casos en que fue necesario. “Creo que hoy ya es una práctica adoptada y que no puede faltar en ningún planteo productivo y con un manejo adecuado. Hay que estar atentos en este último tramo y monitorear los cultivos para detectar la probable presencia de orugas desgranadoras (Faronta albilinea) que se alimenta tanto de granos lechosos como pastosos, y también la oruga militar verdadera (Pseudaletia adultera) que provoca intensa defoliación en este tramo final del cultivo, aunque no consume granos pero sí visita las espigas. En cebada se ha observado que corta los tallos por debajo de la espiga provocando importantes daños”. |
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