Revista Puerto 22-10-2020 - Nelson Saldivia La flota pesquera que opera desde el puerto de la capital de Chubut ya hace todos sus aprestos para tener las embarcaciones en condiciones de participar de la prospección y posterior apertura de la pesquería de langostino dentro de las 12 millas, pero la preocupación sobre la situación de la infraestructura portuaria sigue como en temporadas anteriores.

Las tripulaciones de los buques no ocultan el malestar y advierten por los riesgos que representa el deterioro del muelle nuevo de Puerto Rawson, el cual se ha producido por la falta de mantenimiento y por el desgaste y fatiga de materiales propio de su uso por el paso del tiempo.

De marineros a capitanes expresan su preocupación por las dificultades operativas que tienen para bajar a los barcos y el descenso a muelle, ya que el deterioro de las pasarelas y escaleras inexistentes implican un claro riesgo para la integridad física de los trabajadores, más cuando se opera en horario nocturno.

Ya se han producido accidentes por esa situación y hasta casos de ‘hombre al agua’ porque los medios de descenso son inadecuados o con deterioro visibles por todos.

Utilizan escaleras hecha de cabos con un neumático de máquina en su extremo inferior que hace las veces de defensa del muelle para que no golpee el barco con la estructura de la banquina, una imagen que resulta impensada en 2020, más aún en un puerto que genera millones de dólares desde hace más de una década.

La otra opción de bajar o subir al barco, cuando se está haciendo la operatoria de estiba, es con un pie en el guinche de la grúa que levanta los cajones con la materia prima.

Los propios tripulantes hicieron llegar a Revista Puerto videos (ver al final de esta nota) sobre el estado de las pasarelas y escaleras para descender a cubierta. Se observa con claridad que las estructuras están desoldadas con barandas rotas, defensas originales desprendidas atadas con cabos, y neumáticos improvisados como defensas. A lo que se suma que por las pasajeras de tránsito hay cables eléctricos colgando, con todo el riesgo de accidentes que ello implica.

La legítima queja de los tripulantes es que han transcurrido seis meses en que el puerto estuvo sin actividad por la temporada baja, y ese lapso no se aprovechó para realizar las reparaciones mínimas; ahora se está ante el inminente reinicio de la actividad, sin que se hayan tomado medidas que mejoren su seguridad y condiciones laborales.