Revista Puerto 27-08-2020 - Nelson Saldivia Un sinnúmero de interrogantes provocó el inusual episodio ocurrido en las últimas horas cuando un barco congelador langostinero debió abandonar la zona de pesca y dirigirse hacia Puerto Madryn, luego que la tripulación hallara, tras el izado de las redes, una serie de paquetes encintados.

El Juzgado Federal de Rawson tomó intervención en el caso que tuvo su origen el domingo 23 de agosto, en circunstancias en que el buque Conarpesa I (MN 0200) de la empresa homónima encontrara entre el langostino resultante de un lance de pesca, un total de ocho envoltorios en forma de ladrillos.

El capitán comunicó la novedad a la empresa y esta ordenó que se dé informe la situación a la Prefectura Naval Argentina. El barco congelador se hallaba faenando a 181 millas náuticas de Puerto Madryn, en aguas nacionales, participando de la zafra de langostino.

La PNA solicitó que el buque retorne a puerto y en la noche del lunes amarró en el muelle Comandante Luis Piedra Buena, donde fue abordado por personal especializado de la fuerza que practicó los testeos de los paquetes encontrados, ante la presencia de testigos, resultado positivo al reactivo de clorhidrato de cocaína en los ocho envoltorios precintados.

Así, Prefectura secuestró las sustancias que pesaron en total algo más de 10 kilogramos, le tomó declaración testimonial al capital de la embarcación aportando las coordenadas del punto donde realizó el lance, y posteriormente se giraron las actuaciones al Juzgado Federal de Rawson, quedando el buque liberado y en la tarde de este martes retornó a aguas nacionales volviendo a operar con normalidad.

El presidente de Conarpesa, Fernando Álvarez Castellano, envió a sus tripulaciones un mensaje en el que relata lo acontecido: “El domingo estando pescando el Conarpesa I levantó con las artes de pesca ocho paquetes. El Capitán avisó y le dijimos que informara a PNA del hecho y se dirigió al puerto de Madryn por instrucción de la Prefectura. Llegó ayer (por el lunes) a las 20 horas la Prefectura secuestró esos paquetes. Tomó declaración al capitán y el barco está liberado y saliendo nuevamente a pescar. Como pueden ver hasta dientes de perro tiene el envoltorio, o sea que llevaba bastante tiempo en el fondo del mar. Creí conveniente informarles ante la sarta de pelotudeces (sic) que saldrán a decir, pero esto es lo que sucedió”, explicó el dueño del buque.

Interpreta que ante la presencia de crustáceos sesiles (fijos al sustrato), adheridos al material del envoltorio de los paquetes, hacen presumir que esos ladrillos con cocaína llevaban determinado tiempo en el lecho marino.

Lo inusual e insólito del hecho abrió diferentes interrogantes, los que parece poco probable que la justicia pueda desentrañar. ¿A quién pertenecía el cargamento de droga que apareció a 181 millas de la costa? Se levantaron ocho ladrillos, pero es lógico presumir que podría haber más kilos. ¿A alguien se le cayó en un trasbordo en altamar? Todas preguntas que hoy no encuentran respuesta.
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