Revista Puerto 07-07-2020 - Roberto Garrone Cuando los buques fresqueros de altura de Mar del Plata operan en aguas nacionales pescando langostino, descargando (y renegando) en los puertos de Madryn y Camarones con los protocolos sanitarios singulares que presenta Chubut para alterar la actividad esencial de una industria como la pesquera, sorprendió ver el viernes en el muelle Deyacobbi al San Matías descargando langostino fresco.

El buque de Guillermo Soldini, renovado a nuevo, con una cinta transportadora y lavadora de langostino en la cubierta para un mejor trabajo de los marineros y conservar la calidad de la materia prima, trajo 3800 cajones de marisco que terminaron en varias plantas de reprocesamiento.

“Estamos contentos, el barco estuvo tres meses parado por todas las mejoras y reformas que le hicimos, esta es la primera marea y salió todo redondo. Tardamos una semana, completamos en cinco lances, pescado bueno, buen tamaño en la zona donde se hizo la prospección, y la idea es descargar una marea acá y otra o dos en Madryn, y volver para acá de nuevo”, dijo el armador.

El langostino que descargaron los estibadores de la cooperativa Estimar era de la bodega de proa, la primera en completarse. El marisco estaba un tanto pálido pero es habitual ese color a esta altura del año en aguas nacionales, cáscara un poco blanda, ya mudado y desovado, pero con el que se puede hacer una buena cola, aseguran.

Había tres camiones de culata en la punta del muelle mientras un inspector de la descarga monitoreaba el peso de los cajones. Las primeras lingadas tenían entre 20 y 22 kilos de promedio pero luego el promedio bajaba en torno a los 17/18 kilos por cajón, aclaró el armador.

El langostino estaba fresco, corría sobre la mesada de acero inoxidable cuando lo preparaban para ponerlo en la balanza frente al fiscalizador. “Esto va para Pampa Fish, Luda Pez, Ichi Bank, Cooperativa Prensa y un poco para Di Costanzo, para las pescaderías”, especificó el armador, para quien volver a Mar del Plata desde zona de pesca le implica un consumo de unos 9 mil litros más de combustible.

“Nos habíamos comprometido ante Carla (Seain, secretaria de Agricultura bonaerense) a traer parte del langostino para Mar del Plata para activar un poco el empleo con este recurso y lo estamos haciendo”, dijo Soldini.

El Marbella también hará lo mismo que el San Matías, pero según pudo saber este medio, solo el primer viaje. Los demás, mientras dure la zafra, descargarán en la Patagonia.

El barco tiene trece tripulantes que habían sido hisopados antes de salir y fueron desembarcados para que pasen el fin de semana con sus familias. Vuelven a ser hisopados este lunes por la mañana y embarcan hasta esperar los resultados.

En las últimas horas el SIMAPE acordó con Cámara de Armadores una actualización en los básicos del 30 por ciento para la marinería. El acta se firmaría en estas horas y tendría una vigencia retroactiva al mes de abril.

En el caso del langostino se mantiene vigente la referencia de 1,40 dólares por cajón a partir del cual se saca el valor de producción de acuerdo al coeficiente de cada categoría ocupacional a bordo.

El valor del langostino que descargó el San Matías tiene relación con el que están pagando algunos frigoríficos en Madryn: entre 1,60 y 1,75 dólar por kilo. La captura de la próxima marea del fresquero será procesada para Arte Pesca.

Antes de comenzar, desde el muelle bajaron unos protectores de acrílico para proteger las nuevas instalaciones en cubierta para que no se dañen en la maniobra de subir los cajones de la bodega. “Lo dejamos a nuevo, bajen si quieren, tomen todas las fotos que quieran, no hay ningún problema”, nos había dicho el armador.

Pero el permiso para entrar al puerto que nos otorgó el Consorcio Portuario no incluía poder subir a bordo. Nos lo aclaró un oficial de Prefectura que se acercó raudo al muelle cuando nuestro reportero gráfico había descendido a la bodega.

Pedimos disculpas y nos fuimos. La luz de la tarde se deshilachaba en el horizonte. Pertinaz, una brisa desde el sur había arrimado unas nubes amenazantes y recrudecía el frío que obligaba a guardar las manos en los bolsillos. El resto del muelle, con un par de pesqueros amarrados solo hasta en primera andana, era una postal silenciosa y en calma.

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