La Nación 17-06-2020 - Francisco Jueguen Argentina first . Para el Gobierno, el peligro parece venir desde el exterior. "Me preocupa que una empresa importante termine en manos de capitales extranjeros". Con esas palabras, el presidente Alberto Fernández justificó su decisión de intervenir la cerealera Vicentin y de enviar al Congreso un proyecto para su expropiación.

El mismo argumento usó La Cámpora en un documento difundido días atrás para legitimar el avance del Estado sobre el estratégico sector agroexportador nacional. Para la agrupación kirchnerista, la decisión presidencial "busca evitar una mayor concentración y extranjerización de la producción y comercialización de alimentos". Lo repite el instructivo que Máximo Kirchner distribuyó entre sus diputados. "Garantizar el recupero de las deudas de la empresa con el sector público y evitar una mayor concentración del mercado agroexportador son razones suficientes para que el Estado Nacional intervenga de manera activa", esgrimió.

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Con esa visión sobre el futuro, el Gobierno comenzó a desembarcar en un rubro en el que hacen negocios colosos del exterior como Dreyfuss (francesa), Cargill (estadounidense) ADM (alemana) o Cofco (China), entre otras. ¿Habrá allí otro "rescate"?

El artilugio discursivo reavivó un debate. ¿Lo que viene del exterior es malo para el país? ¿Perjudica en sectores estratégicos? El Presidente y sus colaboradores reivindicaron así la "doctrina Flacso", en la que la incidencia mayor del capital extranjero en la cúpula empresarial y la concentración económica impulsan una "gravitación creciente" de las firmas líderes sobre variables como la inflación, el tipo de cambio, la inversión, el mercado de trabajo, la distribución del ingreso y las cuentas nacionales y fiscales. Para tal doctrina, esto implica "una superior capacidad de coacción por parte de estos grandes agentes económicos y la desnacionalización en la toma de decisiones con la consecuente erosión del margen de maniobra estatal", según Pablo Manzanelli y Martín Schorr, dos sociólogos de esa casa.

Crédito: Presidencia

La economía, en general, no suele concordar o, por lo menos, no del todo. Para especialistas consultados por LA NACION, la extranjerización es un síntoma claro del bajísimo ahorro nacional. "Es enojarte con la causa", afirmó el profesor José Fanelli a este medio. "Hay que aumentar el ahorro y la economía se argentiniza sola. Ojalá tuviéramos el problema de tener tantos proyectos rentables que los extranjeros se mataran por venir", ironizó el economista.

Fanelli estimó que el máximo valor de participación extranjera en el capital de las empresas se registró en 2012, durante el kirchnerismo. Hoy es un 36% más bajo. "Luego de 2011 dejaron de venir o se fueron, porque por ocho años se acabó el crecimiento y las oportunidades de inversión", agregó el profesor de la Universidad de San Andrés.

"¿Una multinacional tiene menos incentivos para reinvertir utilidades que una nacional manejada por su propietario? Hay más chances de reinversión, si", se responde Jorge Vasconcelos, economista de Ieral. "Pero la pregunta no debería ser esa. En cambio, tendría que ser si la economía argentina brinda actualmente las condiciones para el despegue de multinacionales con base en la Argentina. La respuesta es no siempre", agregó.

Vasconcelos recuerda un caso insignia para el país: la compra de Repsol a fines de los 90. "YPF era una empresa más pujante, más diversificada, posiblemente con mejor tecnología que Repsol. Pero tranqueras afuera de YPF, la mayoría de las condiciones de la economía argentina jugaban de lastre", describió el economista. "No se puede declamar a favor de las empresas nacionales si al mismo tiempo no se trabaja en generar las condiciones para que las YPF compren a las Repsol de cada historia", explicó. Vasconcelos además dijo que hay inversiones que requieren tecnología de producción y acceso a mercados internacionales, en las que la rentabilidad que dispara el proyecto de inversión es más fácil de alcanzar por empresas multinacionales que tienen esa tecnología y ese acceso.

Sin embargo, la concentración y extranjerización parecen, más bien, banderas recientes del kirchnerismo. Es que, más allá del punto máximo en 2012, ambos fenómenos crecieron con relación a los 90 en la primera presidencia de Néstor Kirchner y en el gobierno de Cristina Kirchner, cuando el actual presidente de la Nación Alberto Fernández era jefe de Gabinete.

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Manzanelli y Schorr, dos expertos en el tema, rescataron en su artículo "Extranjerización y poder económico industrial en Argentina (2012)" que en el período 2002 a fines de 2008 se manifestaron procesos en las antípodas del "modelo financiero y de ajuste estructural" vigente entre 1976 y 2001. Sin embargo, para los mismos autores, "resulta relevante" indagar en dos fenómenos yuxtapuestos que de se dan en la dinámica industrial de la Argentina bajo la posconvertibilidad: "La creciente concentración económica y la elevada penetración de las firmas extranjeras en la élite empresaria local y dentro del sector manufacturero".

Los sociólogos plantearon en su artículo que el "dólar alto" fue casi la única variable del fomento industrial entonces. Describieron la "casi total ausencia de políticas industriales activas y coordinadas" durante ese período en el que "se afianzaron muchos rasgos críticos característicos de la trayectoria manufacturera bajo el predominio del neoliberalismo". Destacaron entonces la falta de especialización e inserción en el mercado mundial, la dependencia tecnológica y el rezago de la industria de bienes de capital, el déficit de la balanza comercial y los desequilibrios en la falta de divisas, y la vigencia de salarios bajos.

Fuente: LA NACION - Crédito: Marcelo Manera

Los autores presentaron entonces un estudio sobre la base de las 100 empresas industriales del país de mayor facturación. Allí observaron que el peso relativo de las firmas extranjeras que integran la cúpula industrial en el valor de la producción marcó un 17,3% en el promedio entre los años 1993 y 2001. En tanto, entre 2003 y 2009, cuando Cristina Kirchner ya era presidenta, el promedio se ubicó en el 27,8%.

En el mismo sentido, el peso de las exportaciones argentinas en manos extranjeras industriales también creció fuertemente durante el kirchnerismo. Pasó de un promedio de 33,1% en el promedio 1993 a 2001, a uno de 49,8% para el promedio que va desde 2003 y 2009. En tanto, la concentración de la economía global en la industria manufacturera pasa de 33,1% en el primer período que abarca los años 90 a un 40,9% durante el kirchnerismo.

"Los niveles promedio de extranjerización en la posconvertibilidad (27,8%) no sólo son más elevados que los de la década de 1990 (17,3%), sino también que los que se registraron en 2002 (27,6%)", remarcaron los autores del artículo de 2012.

"Puede constatarse que la gravitación sectorial de la cúpula industrial y de las corporaciones trasnacionales que la conforman es por demás trascendente y significativa", agregan Manzanelli y Schorr. "Y que ambos subconjuntos revelan una clara tendencia creciente o, en otros términos, los procesos de concentración económica en general y de extranjerización del entramado manufacturero local emergen como una de las continuidades que se advierten entre la fase de la convertibilidad (1993-2001) y la posconvertibilidad (2003-2009)", concluyeron los analistas actualmente releídos por el kirchnerismo de Alberto Fernández.
Por: Francisco Jueguen