Bichos de Campo 04-05-2020 - Julia Luzuriaga En enero de este año, Jorge Josifovich, productor y presidente de la Sociedad Rural de Pergamino, expuso sus planillas de márgenes a pedido de Bichos de Campo. En ese momento la cosecha de soja estaba aún por levantar y se advertía lo peor. En esa ciudad del norte de Buenos Aires había habido un masivo tractorazo y luego una multitudinaria asamblea en la sede de la entidad que dirige Jorge. La cosa pintaba mal y los ánimos estaban caldeados. Pergamino es Pergamino. La zona es tan productiva que se supone que allí, según el imaginario popular, es imposible que los agricultores pierdan dinero.

En este ejercicio de mostrar sus números previos a la cosecha, cuando se discutía si el sector agrícola aguantaba una nueva suba de retenciones hasta el 33%, Josinovich estimaba sus márgenes tras sembrar sobre un campo alquilado de 460 hectáreas, en donde destinó 43 hectáreas a maíz, otras 167 hectáreas a trigo con soja de segunda, y las restantes 250 hectáreas a soja de primera.

En aquella planilla de cálculo elaborada al 23 de enero, Jorge había volcado sus costos e ingresos potenciales antes de una cosecha de soja de la que esperaba obtener unos 35 quintales por hectárea (qq/ha), un volumen normal para esa región. De esa producción, el dueño del campo que alquila se llevaría aproximadamente 48%, o el equivalente físico a 16,8 qq/ha. Con el resto debía cubrir todos los costos, pagar impuestos y sobrevivir el resto del año. Para eso, esperaba obtener al menos 4 quintales por hectárea como ingreso, antes de impuestos.

“Todo eso que comenté antes es historia antigua”, relató Josifovich, consultado nuevamente por Bichos de Campo. Ya había cosechado.

El productor declaró que “hoy, con el diario del lunes, todos esos números que te pasé en enero, quedaron obsoletos y mal, porque donde estoy yo, haciendo una línea imaginaria de la Ruta 8 y luego de la Ruta 32 que va a Rosario, se sufrió en forma irregular una seca bastante importante. Y si bien la suma de la producción de la zona norte de Buenos Aires dará igual o parecida a la del año pasado, los rindes entre una zona y otra resultaron muy diferentes”, explicó el productor.



Josifovich apuntó que “en casos puntuales, y con un radio de 10 kilómetros, hubo una diferencia de lluvias de entre 60 y 70 milímetros, pero también hubo casos en que a otros no les cayó nada de agua”.

Así que los resultados para Jorge en esa zona afectada por la falta adecuada de lluvias fueron finalmente de 31 quintales por hectárea para soja de primera, de solo 11 qq/ha para la soja de segunda y de 86 qq/ha para el maíz. Su caso no es el peor, porque hubo vecinos que sacaron rendimientos mucho más bajos. “Anduvo bastante bien. Pero estos números, como ven, difieren de las expectativas que yo creía en enero, de 35 qq/ha en soja de primera y de 20 qq/ha en soja de segunda”.

Josifovich manifestó que “en las zonas más afectadas, el promedio de soja de primera estuvo entre los 25 y 30 qq/ha, y en las zonas de mejores campos o bien, aquellos que recibieron lluvias, sí ascendieron a promedios de rindes de 40 qq/ha. En soja de segunda, casi todos, salvo honrosas excepciones, estuvieron por debajo de lo esperado, con un promedio general de entre 16 a 17 qq/ha”.

En este escenario de pobres rendimientos debido a la inoportuna sequía del verano, no se equivoca quien suponga que la mayor parte de los agricultores de Pergamino este año perderán plata o saldrán empatados. En enero pasado, antes de la cosecha, Jorge registraba costos de producción muy cercanos a la soja de primera que finalmente pudo cosechar. “Yo tengo un costo de producción que va desde los barbechos hasta la cosecha, de unos 14 qq/ha, con un nivel tecnológico medio. Eso, sumado a los otros 16,8 qq/ha que se lleva el dueño de campo, me da un costo de 31 qq/ha”, decía.

Un 68,5% de los campos de la zona núcleo están en una situación semejante: se trabajan bajo arriendos que en general promedian los 15 quintales por hectárea. Es sobre esta estructura que pegaron de lleno las retenciones del 33% a la soja y que pegan de lleno sobre quienes producen.