Clarín 20-01-2020 - Esteban Fuentes

Esteban Fuentes Hasta diciembre, varias zonas productivas del país venían de una sequía muy grave, con epicentro sobre todo en el centro y sudoeste bonaerense y gran parte de La Pampa, que complicaba la oferta forrajera para el 2020. Pero las últimas lluvias en gran parte de las regiones cambió el panorama adverso y trae alivio a los productores de carne y leche.

Desde la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) habían advertido a mediados de diciembre que la región central de la provincia de Buenos Aires venía atravesando un período de sequía que se había acentuado en la salida del invierno e inicio de la primavera lo que afectó el crecimiento del forraje y el estado corporal del ganado vacuno. Septiembre había sido el mes de menor crecimiento forrajero de las últimas dos décadas para esa zona.
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Santiago Galezzi es un productor tambero de la zona de Trenque Lauquen, en el oeste bonaerense, zona típica lechera que venía complicado por el clima.

Según comentó, las precipitaciones en 2019 fueron casi la mitad en su zona, con 440 milímetros contra un promedio de 800. "Esto complicó lo que tiene que ver con reservas de cultivos de fina. En cebada por ejemplo, en vez de rendir 22 toneladas terminó rindiendo 10 toneladas. Y afectó los rebrotes primaverales de alfalfa y los verdeos de invierno rindieron menos porque al final se quedaron sin agua", señaló.

Además, al tener menos reservas o poco pasto, dieron más granos de maíz para la alimentación diaria de la vaca lo que hizo disminuir la rentabilidad. "Esto hizo que aumente la producción individual pero crecieron los costos", aclaró.
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En este sentido, en septiembre comenzaron a sembrar los maíces para silo para el stock forrajero en 2020 que terminaron petisos por la falta de agua.

Sin embargo, tras las lluvias de enero, los maíces tardíos se encuentran en muy buen estado por lo que piensa recuperar con esta producción lo que perdieron con los de primera.

"Los de primera se cosechan en febrero y los tardíos, en abril, por lo que recién ahí vamos a saber el stock de reservas para todo el ciclo", sostuvo el tambero que trabaja con 900 animales.
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Un punto que resaltó que el problema que hay en Trenque Lauquen es que no hay agua en el perfil. "Mientras llueva se desarrollarán de manera correcta pero si deja de llover, los maíces de queman porque no hay recuperación de perfil. Todo lo está consumiendo la planta", agregó.

Desde fines de diciembre hasta la fecha llovieron entre 120 a 180 milímetros, indicó, que hicieron recuperar la sonrisa a los chacareros.

No obstante, la reserva forrajera caerá este año lo que hará que crezcan los costos de producción, alertó.

Por otro lado, Tiburcio Imaz, productor ganadero en la zona de General Lamadrid, al sudoeste bonaerense, también destacó que las lluvias fueron claves para recuperar reservas para el 2020.
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Según comentó el productor, que trabaja con 160 vacas y busca hacer ciclo completo en en futuro, en esa zona llueve en promedio alrededor de 800 milímetros pero en 2019 cayeron solamente 500. Pero la situación cambió a partir de enero ya que llovieron alrededor de 100 milímetros.

Esta falta de agua impactó negativamente en el ciclo de los pastos naturales porque la sequía viene desde el otoño. "El campo natural se acomoda en esta época pero el problema es que tampoco llovió en la primavera", señaló.

Por ejemplo el raigrás tiene su nacimiento en otoño y acumula pasto para pasar el invierno y repuntar en primavera. "Este año no ocurrió por lo que las preñeces van a ser un desastre", apuntó.
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No obstante, las pasturas no fueron afectadas como los pastos naturales, porque según precisó, al ser perennes, tienen raíces más profundas y se "bancan" más la sequía. "La que se defiende mejor es la alfalfa porque la festuca o agropiro las impactó de forma negativa", explicó.

A su vez, el productor comentó que sembró sorgo como reserva para el 2020 y hará pasturas también para tener como complemento. "Es sorgo es más rústico para la sequía. El maíz es más vidrioso. Esta zona es más marginal", dijo.
fauba