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¿Por qué las enfermedades en trigo y en cebada llegaron para quedarse?
Una. Dos. Tres. ¿Más? ¿Seis? ¿Siete?

Se trata de la cantidad de enfermedades que afecta a los cultivos de trigo y de cebada que, en las últimas campañas y en coincidencia con el incremento de producción hasta niveles históricos, pone en a ...
 

 
La Nueva Provincia 21-07-2019 - Guillermo D. Rueda Una. Dos. Tres. ¿Más? ¿Seis? ¿Siete?

Se trata de la cantidad de enfermedades que afecta a los cultivos de trigo y de cebada que, en las últimas campañas y en coincidencia con el incremento de producción hasta niveles históricos, pone en alerta máxima a los productores, especialmente del sudoeste bonaerense, en cuya región se cosecha poco más del 40 % de lo que produce el país.

Ahora, la pregunta es: ¿por qué sucede esto?

“Las enfermedades van a seguir evolucionando. Antes nos preocupábamos por una o dos, pero ahora llegaron para quedarse y, dependiendo del clima y de las variedades puede haber más, o menos, pero vamos a tener que convivir”, admitió Mauricio Morabito, management de cultivos de Syngenta.

Mauricio Morabito.

“Esto es más intenso porque apostamos a altos rendimientos. Anteriormente, con rendimientos potenciales más bajos no se le daba importancia; hoy hay que darle importancia a todas”, sostuvo.

Morabito sostiene que hacer una agricultura sustentable deriva en convivir con varias alternativas.

“Está bueno que pase. Evidentemente, uno tiene que combinar técnicas, cultivos y métodos de aplicación para que el sistema sea sustentable y económicamente rentable”, dijo.

Roya estriada.

También que ningún producto erradicará las enfermedades: “Lo hará mejor o peor, pero nadie logrará el 100 % de control. Antes, con el glifo creíamos que teníamos controladas a todas las malezas, pero la naturaleza ya dijo que no”.

Desde el punto de vista técnico, se ratifica que, en el extremo sur bonaerense, las enfermedades de mayor relevancia que se presentan en el sistema de secano son las originadas por hongos del suelo.

“El incremento del inóculo a través del tiempo está dado, principalmente, por las prácticas de manejo, como la siembra consecutiva de trigo y la presencia de rastrojo en superficie, que favorecen la producción de estructuras fúngicas y permiten la continuidad del ciclo del patógeno”, dijo Malvina Zazzetta, fitopatóloga del INTA Hilario Ascasubi.

Malvina Zazzetta, fitopatóloga del INTA Hilario Ascasubi.

Destacó, en el caso del trigo, como enfermedades de mayor incidencia al pietín (Gaeumannomyces tritici) donde, en estados tempranos, se observan manchones con plantas raquíticas y amarillentas, mientras que en espigazón pueden verse espigas blanquecinas y pocos granos.

“En cuanto a las enfermedades foliares, cuyo inóculo inicial se encuentra generalmente en el rastrojo o en semillas, necesitan humedad y agua libre para avanzar en la transmisión, ya sea entre individuos o dentro de una misma planta en forma ascendente”, indicó.

Por tratarse de una zona semiárida, las condiciones de humedad ambiental y lluvias frecuentes no se presentan habitualmente.

Mancha amarilla.

“Si bien se han observado en estados iniciales del ciclo del cultivo algunas de las enfermedades de hoja, como mancha amarilla (Dechslera tritici-repentis) u oídio (Blumeria graminis f. sp. tritici), posteriormente pierde importancia, ya que su avance se detiene hacia las hojas superiores”, explicó, sin olvidar la presencia de la roya amarilla o estriada del trigo (Puccinia striiformis f. sp. Tritici).
"En los últimos años han aparecido razas del patógeno altamente agresivas, sumado a la presencia de inviernos más benignos y húmedos", dijo Zazzetta.

“Si bien es una enfermedad que, anteriormente, se la asociaba a primaveras húmedas y frescas y se presentaba en el SOB, a partir de 2016 se manifestó a niveles epifíticos en gran parte de la zona triguera, y la región no quedó aislada de su presencia”, recordó.

“¿Por qué? En los últimos años han aparecido razas del patógeno altamente agresivas, sumado a la presencia de inviernos más benignos y húmedos, y a la eficiencia en la diseminación, ya que sus esporas de infección se transportan a través del aire y llega a muchos kilómetros de distancia”, sostuvo.

Una variedad de oídio.

El grado de infección de la roya estriada está ligado al nivel de resistencia de la variedad. Incluso, se han observado cultivares de alta susceptibilidad con ataques tempranos y rápido avance de la enfermedad.

Para Julio Muriel, gerente técnico de Syngenta, el crecimiento de la superficie sembrada con trigo, particularmente, incrementó la aparición de variedades más susceptibles a enfermedades.

“La primera fue la roya de tallo, que reapareció y sorprendió a todos. Luego la roya amarilla, mancha amarilla, roya a la hoja y septoria, en el sur, para pasar a un complejo de cinco. ¿Si hay más? Sí, pero no tienen un impacto agrónomico importante en daño al rendimiento”, recordó.

“Su aparición depende de las condiciones climáticas, de la variedad y de los ambientes. Eso hace complejo el control y el seguimiento del cultivo, y está claro que, cuando se unen ambiente, hospedero y patógeno, empieza a progresar”, manifestó.

Julio Muriel.

Muriel sostuvo que el trigo es un alimento para la enfermedad y que, cuanto más alimento haya, más enfermedad aparecerán.

“El avance de enfermedades y de la naturaleza son dinámicos. En la medida que vamos sembrando una variedad u otra, vamos seleccionando una enfermedad u otra”, explicó Muriel.

“Los fitopatólogos van relevando las enfermedades secundarias que aparecen sin impacto agronómico y las denominan emergentes. Las monitorean, pero nunca se sabe cuál será la siguiente. Es un proceso de evolución constante”, aseguró.

La otra pregunta del millón es qué debe hacer el productor.

“Ante la presencia de los hongos patógenos y las condiciones ambientales predisponente para el desarrollo de las enfermedades es recomendable realizar medidas preventivas”, dijo la ingeniera Zazzetta.

“Por ejemplo: la elección de cultivares resistentes o de buen comportamiento; planificar una rotación adecuada seleccionando el lote sin antecedentes de la enfermedad, o bien que hayan recibido un manejo que permitan la disminución de la carga del patógeno”, explicó.
“Hoy, quien no hace un buen trigo y no utiliza la mejor tecnología, queda afuera del mercado. Hay que ser competitivo”, dijo Muriel.

También dijo que, en enfermedades como el pietín, prácticas como rotaciones con avena, la degradación de los restos vegetales que se encuentran en superficie y el control de malezas gramíneas permiten discontinuar con el ciclo del patógeno.

“Insisto en que es importante realizar monitoreos tempranos y frecuentes. Un lote monitoreado continuamente permite detectar el problema con anterioridad y tomar decisiones acertadas”, afirmó.
 

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