Clarín 20-03-2019 - Héctor Huergo

Héctor Huergo Acá estamos, con las pilas bien cargadas en la Expoagro, que fue la mejor de todas, como ya te conté el sábado pasado en Clarin Rural. Un soplo de aire fresco, contrastando con el clima agobiante de la ciudad, que no puede salir de sus tribulaciones. Me lo decía ayer mismo en la redacción Alejandro Alfie, gran periodista político del diario que fue a cubrir la Expo: “Es otro país”.

Pero este otro país tiene sus propias cuitas. Más allá de los reclamos insistentes y por supuesto válidos, como la cuestión de las retenciones, ahora arrecian algunos nubarrones amenazantes. Hoy puede desencadenarse una tormenta en Washington que puede aguarnos bastante la fiesta.
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Resulta que en un rato se reúnen Trump y Bolsonaro. El presidente de Brasil está desde este lunes en la capital de los Estados Unidos, acompañado por una profusa delegación de empresarios. Según relató ayer la influyente y muy seria publicación brasileña Valor, Bolsonaro está dispuesto a hacer una concesión que afectaría seriamente al trigo argentino. Veamos.

En el cierre de la Ronda Uruguay del GATT, en 1994, Brasil se comprometió a fijar una cuota de importación libre de aranceles para el trigo norteamericano. Desde la creación del Mercosur, en 1991 en Asunción, luego ratificado en 1994 en Ouro Preto, rige un arancel externo común del 10% para todo lo que no provenga de la región. Esto generó una preferencia muy fuerte para el trigo argentino, que quedó con una fuerte posición competitiva: a la cercanía, sumó el beneficio de este diferencial.

Brasil es el segundo importador de trigo del mundo, después de Egipto. Ha hecho grandes esfuerzos para lograr el autoabastecimiento. Pero no logran superar las 6 millones de toneladas, apenas la mitad de lo que consumen. El resto lo tienen que importar. La Argentina siempre fue el proveedor natural, y más desde que rige la preferencia. El año pasado, en reuniones de autoridades argentinas con directivos de Abitrigo, la cámara de los molineros brasileños, se había asegurado que comprarían 5 millones de toneladas en la Argentina. Si necesitaban más (o algunas calidades especiales que la Argentina no produce) tendrían que importarlo de extrazona, pagando el arancel del 10%.
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Los molinos brasileños siempre pugnaron por salir del “cepo”. Y la Argentina siempre luchó por el mantenimiento de la ventaja. Pero los vecinos aprovecharon cualquier fisura para zafar. Cuando por la política K estas pampas entraron en default triguero, Brasil tuvo el argumento para romper el corralito y traer trigo sin arancel. Fue una fiesta para EEUU, Canadá y hasta Rusia.

Pero hoy Bolsonaro, según Valor, le va a entregar a Trump un regalo en bandeja: una cuota de 750 mil toneladas libres de derechos de importación. Este volumen va a quitar presión de demanda sobre el trigo argentino, justo cuando llega abril, el mes en el que se les termina el propio. Los productores argentinos siempre tratan de aguantar el trigo, que se cosecha en diciembre, para aprovechar la ventana que se abre en otoño.

Ojo, no es que se va a perder el mercado brasileño para el trigo. “Simplemente”, lo que va a suceder es que va a bajar el precio. También ahora es cuando se toman las decisiones de siembra, que son muy altas aprovechando los buenos precios futuros. Recordemos que, encima, el trigo argentino está pagando retenciones del 12%.
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En el mismo artículo, Valor dice que la oferta de Bolsonaro no exige contrapartida alguna. Pero desliza que el telón de fondo es la apertura del mercado norteamericano para la carne brasileña. Conviene recordar que Brasil se ha convertido en el mayor exportador mundial de carnes, y que incluso hay compañías brasileñas operando ya en ese mercado con mercadería producida internamente. EEUU acaba de abrir una cuota de carne vacuna a la Argentina y Brasil no se quiere quedar atrás.

Las autoridades argentinas están siguiendo muy de cerca, y con preocupación, las negociaciones de hoy en Washington. Habrá que estar atentos.