Clarín 14-03-2019 - Héctor Huergo

Héctor Huergo Escribo estas líneas desde San Nicolás, donde se desarrolla Expoagro, la mayor exhibición de tecnología agropecuaria en acción. Con esta, asistí a las 37 muestras dinámicas que se celebran desde aquella inolvidable Expodinámica en La Laura, en Chacabuco, que me tocó dirigir. Voy a evocarla…

Todo empezó en 1982, cuando le hice una nota para Dinámica Rural a Juan Julio (Johnny) Avellaneda en la Estancia Santa Juana, en Teodelina. El tema era su modelo de producción de maíz, que le permitía alcanzar los 100 quintales por hectárea. Allí me contó que viajaba todos los años al Farm Progress Show, en el corazón del “corn belt”, donde crecía el maíz más competitivo del planeta. Lo apasionaba ver la tecnología en acción.
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Allí había visto las nuevas cosechadoras axiales exhibidas por Case y New Holland, y se trajo tres. También había visto los carros autodescargables Kinze, se trajo uno. Y tomó las ideas para armarse su propia sembradora, usando cuerpos Gherardi pero puestos sobre un chasis gigante, porque nadie fabricaba máquinas de gran ancho de labor.

En la charla nos dimos manija…Sobre todo, cuando me contó que el Farm era organizado por una revista del Corn Belt. Volví entusiasmado con la idea, todo era cuestión de convencer a Dante Quinterno, el inquieto director y propietario de la revista Dinámica Rural. Primero me miró incrédulo, pero a Dante le gustaban todas. “Dale para adelante”.

Y le dimos para adelante. Armamos un viaje al Farm con un puñado de entusiastas. Miramos “más o menos” cómo se organizaba la cosa y a la vuelta conversamos con algunos fabricantes que “compraron” la idea de inmediato. Los más entusiastas: Raúl y Jorge Médica, de Yomel, Lelio Lambertini y Ramón Landrein, de Mainero, Oski Sturm, de Zanello, Pantera Petrisevik, de Giorgi, Ricardo Medera y Jorge Maroni, de Gherardi, Juan Carlos Ruano, de Massey Ferguson. Enseguida se sumaron el inolvidable Tomás Aráus, los muchachos de Templar, El Chalero, Ricky Baumer con su cultisembradora.
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La cuestión es que en 1983 estábamos haciendo la Expodinámica…Ni estacionamiento, ni baños. Los autos y chatas, en la banquina. Entrada libre, por supuesto. A pico y pala, entre todos. La gente llegó en manada. La policía no tenía idea de cómo manejar la cosa, la ruta 7 fue un caos. Algunas empresas, como La Serenísima, mandaron colectivos con productores y técnicos, de la mano del indispensable Luis Marcenaro. La organización fue totalmente amateur, con voluntarios que vinieron de distintos lados a dar una mano.

La ansiedad nos ganó a muchos. El encargado de ordenar las cosechadoras, a quien se le había dado la instrucción de hacerlas desfilar una a una (como en el Farm) se le chispoteó la cabeza y las largó todas juntas. Carrera…Un desastre. Hasta volaron algunas piñas...Pero no pasó a mayores.

No nos paró ni la lluvia del segundo día. El tercero fue una fiesta. El mayor evento fue el desfile de arados de reja.. Sí, arado de rejas. Un Chalero de 10 rejas tirado por un Zanello y la gente aplaudiendo. Cinceles, vibrocultivadores, rastras excéntricas. Eran los fierros de la época.
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Al año siguiente, la Segunda, en Runciman. La tercera, en San Calá, frente a la Laura, de nuevo en Chacabuco. Unos años después la revista Chacra tomó la posta, con sus Expochacras. Hasta que La Nación y Clarín se unieron en Exponenciar para organizar las Expoagro.

Desde hace tres años, se terminó la itinerancia de la muestra para consolidarla en un predio único. El encuentro entre el municipio de San Nicolás y Exponenciar permitió levantar un fabuloso predio de exposiciones, vinculado a un autódromo que ya se estrenó, el año pasado, con las principales categorías nacionales. Una interacción que permite mejorar la propuesta, con todos los servicios y el orden necesarios. Una dirección absolutamente profesionalizada.

Hoy, más de 500 empresas exhiben sus productos. Desde los proveedores de insumos como semillas, fertilizantes, productos de protección, hasta la parafernalia de fierros que le ponen el corazón a la muestra. Y me tiembla el puso pensando que tengo, nuevamente, la oportunidad de contarla.