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La Nación 10-09-2018 - Gabriela Origlia CÓRDOBA.- Las economías regionales son el claro ejemplo de que en la Argentina cuando un factor se acomoda otros se desajustan. Desde hace tiempo, estos sectores venían reclamando, entre otras cuestiones, por el atraso del tipo de cambio. Ahora, cuando en lo que va del año el valor del dólar aumentó más de un 100%, la mayoría de los referentes subrayan que este movimiento brusco los perjudica más de lo que los beneficia, porque buena parte de sus costos están dolarizados, porque subsisten los problemas estructurales y porque las industrias exportadoras no coparticipan con los productores las mejoras que obtienen por el nuevo tipo de cambio.
El mapa de las economías regionales es muy heterogéneo. Hay producciones, como la porcina o la ovina, íntegramente volcadas al mercado interno. Son las que peor escenario atraviesan; tienen insumos dolarizados y sufren una caída en la demanda. A las economías que apuntan mayoritariamente al mercado externo la devaluación les mejoró claramente los márgenes, aun con el alza de los costos internos. En este grupo están, por ejemplo, el arroz y los limones.
En el medio hay casos como los de los productores de uvas y de manzanas y peras. Son proveedores de sectores exportadores, pero los precios que perciben tienen una brecha cada vez más amplia con el que paga el consumidor. Al contexto hay que sumarle la imposición de retenciones o derechos de exportación y la rebaja de los reintegros. Las economías regionales representan alrededor del 9% de las exportaciones.
Yerbateros, a la espera de definir nuevos precios Yerbateros, a la espera de definir nuevos precios
Un trabajo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) estimó las retenciones para los complejos agroindustriales en un nivel de 7,5% (el cálculo se hizo sobre la base de un dólar a $40 y del pago de $3 por cada dólar exportado) y ponderó los reintegros en 2%, en función del análisis de 7000 posiciones arancelarias (el mes pasado el Gobierno decidió reducir los porcentajes de devolución de impuestos por exportaciones). El impacto real ponderado es de 5,5% de contribución al Estado. Así, si el año pasado hubiera existido este esquema y, según comenta Pablo Vernengo, director ejecutivo de la CAME, el efecto de ambos ítems habría sido de US$281 millones sobre exportaciones por US$5127 millones. El impacto estimado para 2018 es de US$341 millones sobre operaciones por US$6200 millones. Y la proyección para 2019 es una carga de US$385 millones con ventas al exterior por US$7000 millones. Los cálculos no tienen en cuenta granos ni oleaginosas ni sus derivados.
Sobre la base de lo exportado en 2017, el sector vitivinícola aportaría US$52 millones ($3 por dólar); el del maní, US$50 millones ($3 por dólar); el citrícola, US$39 millones ($4 por dólar), y el de legumbres, US$29 millones. La fruta de pepita, US$20 millones; la miel, US$11 millones, y el segmento olivícola resignaría US$13 millones ($4 por dólar en el caso de la aceituna y $3 en el del aceite).
Costos internos en alza
Alejandro Lamacchia, presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Productores Porcinos de Buenos Aires y director de Economías Regionales de la CAME, plantea que el sector viene complicado desde hace varios meses, con una caída "fuerte" de criaderos. "El cereal, que se paga en dólares, implica el 70% del costo del animal. A la devaluación hay que agregarle la suba de precios que se deriva de la sequía más grave de los últimos 43 años. Antes de los últimos descalabros, ya el kilo se vendía a $5 menos del costo". El precio de la tonelada de maíz pasó en una semana de $4500 a $6500 y el del expeller de soja, de $7000 a $9000.
Producción porcina, con mayores costos Producción porcina, con mayores costos
En febrero de este año, el Gobierno modificó el régimen de IVA para las carnes de cerdo y ahora los productores originan saldos a favor del contribuyente "que se suman a la pérdida que venimos arrastrando". También se reclama por las importaciones: Lamacchia subraya que no hay problemas con el ingreso de carne "siempre que sea en las mismas condiciones de producción que en la Argentina y no en las condiciones de países que permiten el uso de motivadores de crecimiento que acá están prohibidos, o de cortes congelados que no se venden como tales ni se etiquetan de manera pertinente, explicando al consumidor que son importados y descongelados". Y describe: "En 2017 hubo cierres de criaderos chicos y medianos y este año eso alcanza a los de 350 madres (unos 4000 animales). La situación es insostenible, no hay un plan; no sabemos qué va a pasar mañana".
El productor ganadero y frutihortícola del sur de Río Negro Daniel González admite que el tipo de cambio alto "ayuda a ser más competitivos". Pero puntualiza que el problema son las retenciones y la baja de reintegros. En el caso de frutas y jugos, implican una caída del precio de venta de 16% en dólares. "Además, hay un aumento importante de los costos por los combustibles -en la zona se encarecieron un 15% en dos días-, tarifas y agroinsumos dolarizados".
En las viñas, quejas por la concentración En las viñas, quejas por la concentración
En Chubut, la producción de frutas finas (arándanos, frambuesas, moras, grosellas y frutillas) está en manos de pequeños productores que, para evitar pérdidas, le agregan valor y la comercializan en la zona cordillerana para bajar costos logísticos. Luis Jara, presidente de la Asociación de Productores Agrícolas de Lago Puelo, espera que la reactivación del turismo interno compense la caída del consumo local. "Los insumos para riego son dolarizados; el resto es mucha mano de obra y tiempo", explica.
Jara señala que en la zona sufren lo que denomina "embates inmobiliarios", con terrenos que cada vez se subdividen más para la venta. "Los gobiernos locales no impulsan este tipo de emprendimientos productivos porque están más pendientes del petróleo", agrega.
El economista José Simonella, presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, afirma que los sectores que venían exportando "claramente saldrán beneficiados, igual que el turismo receptivo", pero advierte que los productores de materias primas "no necesariamente mejorarán en igual medida que quienes las industrializan y exportan".
El este mendocino genera el 80% del total de vinos del país. Hay allí radicados unos 20.000 productores y atraviesan una situación "muy compleja, igual que los del resto del país", dice Gabriela Lizana de la Asociación de Productores de Uvas. El principal problema, explica, es que hay dos formadores de precios (para vinos de categoría intermedia y en caja) que "fijan precios y condiciones y los cambian unilateralmente". |
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