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El Cronista Comercial 08-08-2018 - NURIA REBÓN Finalmente, las bodegas exportadoras comenzaron a sentir en julio el impacto de la devaluación. Lograron mejorar la ecuación y empezaron a apuntalar negocios en segmentos que no les eran rentable, por precio.
La exportación de vinos fraccionados creció, así, nada menos que un 18,2% en julio, frente a igual mes del año anterior, a 196.954 hectolitros, según informó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Así, con el aumento del último mes, lograron reducir a la mitad la caída acumulada en todo el año, ya que hasta julio registró una baja de 2,1%, mientras que a junio esa reducción era de 5,7% interanual, según el INV.
"Es una primera señal de lo rápido que puede reaccionar el sector vitivinícola con un tipo de cambio favorable; porque la Argentina es competitiva en cuanto a sus productos, pero no en sus costos", comentó Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola (UVA).
"Si bien un mes no alcanza para un cambio de tendencia, sí se nota un rebote y esperamos que en agosto se confirme ese cambio. Los que ya estaban exportando están haciendo nuevos negocios, gracias al tipo de cambio. Hoy están en mejor posición porque mejoraron su competitividad. Algunas bodegas comentan que, gracias a eso, están volviendo a vender algunos productos que habían discontinuado. Otras de volumen, que venden vino fino de menor precio, pueden ahora volver al ruedo", agregó.
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La exportación de vinos en botella creció 17,9% en julio, a 196.954 hl., y acumula una baja de 2,6% interanual en lo que va de 2018. En tanto, los tetra-brik crecieron 28,6% en el mes, a 13.305 hl, por la mejora de la competitividad (desde una base muy baja, ya que en los últimos años perdieron mercado por el escaso margen), y suman un alza de 5,1% hasta julio. Se exportan a la región, sobre todo a Paraguay y Bolivia.
A la devaluación se suma también otro factor a favor: la última cosecha europea fue afectada por heladas tardías, por lo cual fue escasa en muchos países del Viejo Continente. Y la cosecha de Sudáfrica fue afectada por sequía. "Se mejoró la competitividad, al menos hasta septiembre y octubre, cuando llegue la próxima cosecha de Europa. Vienen de una mala cosecha y precios más altos, es un contexto internacional favorable a la Argentina. La próxima cosecha europea no sufrió heladas significativas, pero hay que ver cómo les impacta la ola de fuerte calor, quizás afecte a los rindes de la próxima vendimia y eso también beneficie a la Argentina", dijo Villanueva.
La devaluación, junto a esa menor disponibilidad internacional de vino europeo, también incentivó otro negocio: el del vino a granel, que creció 150% interanual en julio, a 53.759 hl., si bien desde una base muy baja, porque se estaba vendía muy poco en 2017. En el año, el vino a granel acumula un alza de 29,4%, a 229.518 hl. Se trata de un commodity, muy atado a los precios internacionales, en el que la Argentina había perdido ventas por las dos cosechas escasas de 2016 y 2017, que quitó disponibilidad y elevó los precios. En 2012, la Argentina vendía 1,58 millones de hl a granel. En 2017, apenas 312.880.
Por ahora, las bodegas continúan sintiendo el impacto de un tipo de cambio favorable para exportar, porque "por la recesión en el mercado interno muchos insumos no aumentaron al ritmo de la devaluación. Se exporta sólo 20% de la producción; el 80% se vende en el mercado interno, que está en retroceso. Esperamos poder mantener volumen en el mercado interno y crecer en el exterior, para no tener una crisis excedentaria, porque hoy el sector tiene ocho meses de stock y el equilibrio es en cuatro o cinco meses", explicó Villanueva. |
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