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Cultivos de “verano”: criterios para elegir la fecha de siembra óptima
La fecha de siembra es quizás una de las decisiones más importantes que deben tomar técnicos y productores a la hora de establecer un cultivo. En el caso de los cultivos de cosecha gruesa, esta decisión es aún más trascendental, por el impacto que ti ...
 

 
El Diario de la Pampa 08-08-2018 - Mariano Fava La fecha de siembra es quizás una de las decisiones más importantes que deben tomar técnicos y productores a la hora de establecer un cultivo. En el caso de los cultivos de cosecha gruesa, esta decisión es aún más trascendental, por el impacto que tiene tanto en la seguridad de producción, como en el potencial de rendimiento del cultivo.

Una fecha mal escogida puede ser la diferencia entre una cosecha exitosa de una fallida. Efectivamente, una equivocación puede llegar a tener impactos productivos de increíble magnitud. Situación que se apreció muy bien en anteriores campañas en las que La Pampa estuvo agobiada por un tiempo seco, donde las siembras demasiado tempranas se vieron en desventaja respecto a las que se postergaron en el tiempo.

El momento en el cual se decida iniciar el ciclo de un cultivo debe reunir la doble condición de lograr altos desempeños productivos, a la vez que nos garantice una estabilidad de producción. Conocida es la frase que en la provincia de La Pampa uno debe sembrar cuando hay humedad. Si aceptamos esta lógica, la fecha de siembra la determinarían las lluvias, pues luego de una precipitación los días largos y el fuerte sol de la primavera secan rápidamente la cama de siembra, por lo cual los trabajos se deben realizar rápida y eficientemente. Si bien en parte esto es cierto, también lo es el hecho de que al contar hoy con la siembra directa y la maquinaria más sofisticada, que provee una mayor capacidad operativa, tenemos mayor margen de maniobra respecto del momento en que se colocará el simiente en el suelo.

Al sembrar más temprano o más tarde un cultivo, lo vamos a exponer a distintas temperaturas y radiaciones diarias, que tendrán un impacto directo en su desempeño. Como regla general podemos decir que las siembras más tempranas tienen mayor potencial productivo, debido que al atrasarlas el período crítico del cultivo acontece en días que se acortan (menor radiación solar) y de menor temperatura, situación menos favorable para realizar la fotosíntesis. Sin embargo toda moneda tiene dos caras, y si bien las siembras tardías ostentan menor rendimiento potencial (rendimiento máximo de un cultivo en condiciones ambientales no limitantes), tienen mayor seguridad de producción, pues permiten pasar el implacable sol de enero con un cultivo chico y que desarrollen el período critico de la especie en un mes con menor probabilidad de sufrir un estrés, lo que les da mayor seguridad de cosecha. Obviamente que las fechas tardías tienen un límite, representado por la fecha media de la primera helada otoñal.
El INTA ha realizado ensayos para tratar de determinar la fecha de siembra en la cual el maíz desarrolla sus máximos rindes en la provincia de La Pampa. Así, llegaron a la conclusión que ello se logra en la segunda quincena de octubre, a la vez que determinaron que cada día que uno se aleje de esta ventana de fecha de siembra perderá alrededor de 140 kilogramos por hectárea y por día. También hicieron lo propio para el girasol, y el resultado de su trabajo determinó que sembrando durante la primera quincena de noviembre la especie, alcanza el máximo rinde, cayendo 40 kilogramos por día el rendimiento al alejarnos de la fecha óptima. A esta pérdida de kilos se le debe sumar un menor contenido de materia grasa. En soja el tema es más complicado, debido a la gran cantidad de grupos de madurez con que contamos y las diferentes estructuras de cultivo (espaciamiento entre hileras), cada una de ellas adaptadas para un lote con una vocación productiva determinada.

Como vemos cada especie tiene particularidades, las cuales deben a su vez ser sopesadas con la capacidad productiva de los potreros. Por ejemplo, en un suelo de alta capacidad productiva, es decir con buena reserva de humedad y fertilidad física, sería recomendable apuntar al girasol, para lograr máximos rendimientos; mientras que en el caso del maíz, usando la estrategia defensiva de atrasar la fecha de siembra, igual conservaremos un potencial productivo muy importante. En el caso de que el ambiente presente limitaciones, ahí la situación es más sencilla, pues no queda más remedio que abrazar una estrategia defensiva, que asegure un cierto rinde más allá de que no sea en todo su potencial.

Finalmente, el momento de inicio de las labores de siembra deberá estar alineado con la capacidad operativa disponible, para cubrir todo el área a plantar en un tiempo razonable. Debemos mencionar que en el caso de siembras de segunda el análisis es mucho más reducido, pues simplemente debemos plantar cualquier cultivo que evaluemos (soja, maíz o incluso girasol) lo antes posible, pues cada día de atraso en la siembra son kilos de grano que perdemos de producir.

(*) Ingeniero agrónomo (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos - @MARIANOFAVALP
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