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Muchos cerebros juntos pidiendo por una nueva ley de semillas
La política en la Argentina es tan frágil que cuando se juntan una docena de tipos pensantes (habría que decir ‘tipes’, para no ofender) hacen temblar la estantería.
Sucede en la antesala (¿?) del prometido debate en el Congreso de una nueva ley ...
 

 
Bichos de Campo 07-08-2018 - Matias Longoni La política en la Argentina es tan frágil que cuando se juntan una docena de tipos pensantes (habría que decir ‘tipes’, para no ofender) hacen temblar la estantería.
Sucede en la antesala (¿?) del prometido debate en el Congreso de una nueva ley de semillas que renueve la que se sancionó en 1973, cuando todavía no había transgénicos ni otras enrevesadas tecnología. De golpe apareció un grupo de gente bautizado “Escaleno” que salió a hacer fuerza para que el Congreso se ponga a laburar. Le reclaman una legislación que le dé prioridad al respeto por la propiedad intelectual en semillas. Vaya tema.

Eso, pedir por la propiedad intelectual, no sería la noticia: Muchas instituciones y la industria semillera a coro piden lo mismo. También es un punto atendible para Washington o Ginebra, sede de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La noticia es que se hayan juntado detrás de ese objetivo, acá, en la Argentina bananera, varias personas ilustres del sector agropecuario. La unión detrás de un objetivo es la noticia.

Este grupo ha emitido un primer documento, ejerciendo un delicado lobby sobre los legisladores, mucho más sutil pero igualmente legítimo que el de los pañuelos verdes. En rigor, está muy bien que las personas digan a viva voz que para ellos es importante una nueva ley de semillas. Ni una regalía menos.

Por ahora son varias las firmas reconocibles en el documento: Luis Bameule, Roberto Bisang, Marcelo Carrique, Jorge Castro, Lalo Creus, María Beatriz “Pilu” Giraudo, Ignacio Lartirigoyen, Juan José Llach, Egidio Mailland, Félix Peña, Martín Piñeiro, Rodolfo Rossi, Eduardo Trigo, Federico Trucco, Hugo Sigman, Pedro Vigneau y Fernando Vilella. Seguramente serán muchas más, porque se ha pedido que se sumen firmas de apoyo a esta discusión parlamentaria.

El grupo, que esperemos ponga el seso a pensar en otras cuestiones importantes para el sector agropecuario más allá de la propiedad intelectual, se ha dado en llamar “Escaleno”. El documento comienza explicando el por qué de tal nombre. Escaleno viene del griego y quiere decir desigual. ” Porque este triangulo es una figura con todos sus lados y ángulos diferentes sin un eje de simetría. Diferentes que hacen un todo, que contribuyen a conformarlo y darle integridad. Ese es el concepto que quisiéramos para nuestro grupo, donde diversos saberes y formaciones se reúnen en tormo al logro del bien común, aportando ideas y colaborando con los decisores en la toma de decisiones estratégicas”. Todo dicho.

Van a tener algunos conflictos: pusimos “escaleno” y “semillas” en un buscador y nos salió esto, muy bello por cierto:

Pero lo que nos interesa a nosotros es lo que dice el documento:

El grupo se manifiesta a favor de “conducir y aprovechar la fotosíntesis” mediante “la intensiva incorporación del conocimiento, transformando profundamente la agricultura tal como la conocimos”. Decididamente no quieren volver a la Naturaleza. Menciona múltiples saberes que son de su agrado: la biología, la biotecnología, la nanotecnología, la física aplicada, la robótica, el internet de las cosas, la programación informática, el uso de sensores en maquinarías, drones o satélites, las buenas prácticas, los insumos biológicos, los agroquímicos amigables, los cambios profundos en los sistemas comerciales y logísticos, la trazabilidad y la certificación, entre muchos otros chiches de la agricultura moderna.
Luego define: “Mucho de los avances ya logrados en productividad se han sustentado en el conocimiento incorporado a las semillas u órganos de multiplicación asexual a partir del trabajo de organizaciones públicas y privadas. Estos logros tienen un costo de desarrollo que debe ser cubierto por los distintos actores beneficiados para que dichos programas sean sustentables económicamente. Generar y mantener la vanguardia requiere reconocer las mejoras con una alícuota del logro de sus aportes”.

El documento de escaleno no tiene ahorro en la definición de una nueva ley que privilegie los derechos de los obtentores de nuevas tecnologías por encima de cualquier otra variable bajo discusión. Aunque aclara que esos derechos no deben ser exclusivos de los cultivos extensivos que dejan buena rentabilidad a toda la cadena. Ni tampoco a negocios que favorezcan la concentración del negocio en pocas manos.

“Hoy está presente la discusión sobre una nueva ley de semillas, que requiere que cubra todo el arco de cultivos utilizados en todos los sistemas agroindustriales nacionales y que no se quede solo con la discusión de algunos de los cultivos extensivos más importantes como viene ocurriendo. El trigo y la soja están en el centro del actual debate reduccionista, porque al ser autógamas, es decir que se pueden usar los granos que se cosechan como semillas en el próximo ciclo sin pérdida de rendimiento o calidad. Estos tienen gran importancia comercial, entre ambos cubren 24 millones de hectáreas”.
“Si bien es necesario que ésta (por la ley) proteja el esencial derecho de propiedad, debiera ser en el marco de un sistema que favorezca el flujo de conocimientos hacia todos los productores contemplando los más desfavorecidos que no deben quedar al margen de estos desarrollos, con reglas muy claras que no dejen dudas sobre la defensa de todos los valores involucrados. Hay que proteger específicamente a la agricultura familiar sin que ello sea una excusa para que los demás productores cumplan con sus deberes”.

Sigue el documento del triángulo imperfecto. “Lamentablemente el sistema productivo nacional, a diferencia de la mayor parte de los grandes productores de granos internacionales, no tiene vocación de defender la propiedad privada en la forma del conocimiento incorporado por los obtentores de cambios genéticos favorables en las semillas. Este debate sobre el derecho a percibir un porcentaje de la mejora obtenida en rendimiento o calidad a partir del uso de semillas mejoradas ya ha sido saldado en muchos de los países competidores, donde estos derechos están consagrados tanto en las leyes como en la práctica diaria de los agricultores”.

Escaleno dice que en esos países “no se discute el concepto de derecho de propiedad”. Y explica que muy pronto “la semilla ya no será solo portadora de genes y germoplasma; será el vehículo de nuevos conocimientos, en forma de productos microbiológicos y químicos que la recubran, que logren plantas más saludables, con mejor potencial productivo: ‘una semilla lista para usar’”.

Deliran un poco los cerebros reunido en torno a lo que consideran imprescindible para crecer. Deliran al punto de decir que “el conocimiento es sinónimo de poder”. Eso, está visto en este país, solo sucede muy pocas veces. Pero es lo que quieren. La noticia es que lo digan.

“Tratar de generar un liderazgo en Bioeconomía es posible y, con los estímulos adecuados, más cercano con la irrupción de nuevas tecnologías como el uso de Crisp y edición génica. Generar un encuadre legal que facilite el proceso es muy importante y debe ser tomado como prioridad tanto por el ejecutivo como el legislativo a fin de lograr esta meta”, recomiendan los firmantes.

Los puntos centrales que destaca el grupo de personas ilustres son muy semejantes a los que se han venido dicutiendo en la cadena, en clave institucional:

Las semillas son fundamentales como insumos en la incorporación de mejoras
La mejora tiene costos que deben reconocer los beneficiados
Las leyes deben contener todos los cultivos y sistemas
Las regulaciones en el futuro deberían ser convergentes entre los países del MERCOSUR
Hay sectores de agricultura familiar que debe ser protegidos, sin que estos sean la excusa de otros
La nueva Bioeconomía exige también reglamentar enzimas, levaduras y otros organismos y moléculas
Podemos ser relevantes en estos temas
Hay una base científica y tecnológica adecuada
Debe legislarse en patentes, pero sobre todo en regulaciones, eliminando factores subjetivos que hoy terminan siendo los más nocivos
Bioeconomía es desarrollo territorial integral

Firma “Escaleno”. Como dijeron, nada es perfecto.
 

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