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Por qué Argentina es imbatible en el mundial de las harinas de soja
Lejos del sueño de los argentinos de repetir los títulos de 1978 y 1986, el paso de la selección local de fútbol por el Mundial de Rusia llegó apenas hasta octavos de final.

Pero hay un título global que el país revalidó en 2017 y que, por e ...
 

 
La Voz del Interior 23-07-2018 - Favio Ré Lejos del sueño de los argentinos de repetir los títulos de 1978 y 1986, el paso de la selección local de fútbol por el Mundial de Rusia llegó apenas hasta octavos de final.

Pero hay un título global que el país revalidó en 2017 y que, por el momento, no hay rivales que amenacen con quitarle a mediano plazo: el de principal exportador de harinas y pellets de soja.

En la tierra de Messi, los campeones de la industria de la soja

Este derivado del “oro verde” es el mayor aportante de divisas para el país: uno de cada seis dólares que ingresan por exportaciones, contabilizando todos los rubros, es provisto sólo por este subproducto que surge al moler las semillas de la oleaginosa.

¿Cómo llegó la Argentina, que como productora de harinas ni siquiera está dentro del podio, a exportar casi la mitad de las harinas de soja de todo el mundo? ¿Por qué las aceiteras ubicadas a la vera del Paraná constituyen uno de los tres polos agroindustriales más grandes del planeta? Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) detalla los principales factores que explican este fenómeno.

Números

Argentina es la tercera productora mundial de soja en granos, y la cuarta de harinas, por detrás de China, Estados Unidos y Brasil, con una participación del 13 por ciento.

Pero lidera cómodamente el ranking de exportación de este subproducto, al concentrar el 43 por ciento del comercio global, y superar así el 25 por ciento de share de Brasil y el 18 por ciento de Estados Unidos.

La BCR, tomando como base datos de la revista especializada Oil World, calcula que Argentina exportará 28 millones de toneladas en el ciclo 2017/18. El liderazgo es inalcanzable para sus inmediatos competidores que ni siquiera sumados entre sí alcanzan ese volumen: Brasil venderá 15,8 millones de toneladas y Estados Unidos, 11,2 millones, que significan 27 millones en total.

Saldos

La principal explicación al rol preponderante de Argentina en el intercambio mundial de harinas es el tamaño del mercado interno de los otros países, que absorben la mayor parte de este derivado, mientras que a nivel local los saldos exportables son altísimos.

En resumidas cuentas, China produce unas 73 millones toneladas, que consume casi en su totalidad; Estados Unidos produce 42 millones y demanda internamente el 75 por ciento; Brasil elabora 33 millones y dentro de sus fronteras queda más de la mitad.

En cambio, la producción anual en Argentina oscila entre 30 millones y 33 millones de toneladas, contra un consumo interno de apenas cuatro millones. Es decir, más del 80 por ciento se va al exterior.

La respuesta a por qué las otras naciones consumen tanto no sólo se relaciona a su mayor tamaño poblacional sino a sus estrategias de exportación, focalizadas en las carnes, ya que las harinas se utilizan para alimentar a los animales.

“Todos los países productores de harina de soja tienen poblaciones mayores que Argentina y tienen considerables producciones de carne y leche para sus poderosos mercados internos y para sus estrategias de exportación. Afortunadamente para la balanza comercial argentina, nuestro consumo interno de harina de soja es reducido y esto nos permite generar cuantiosas divisas en exportaciones con este producto”, sintetiza el documento de la entidad rosarina.

Exportaciones

El rol de las harinas y pellets de soja, como se mencionó, es clave para sostener las exportaciones y el producto interno bruto (PIB) argentino: sólo en 2017, ingresaron 9.400 millones de dólares, el 16 por ciento de todas las divisas que entraron por el comercio exterior de productos primarios y manufacturas tanto de origen agropecuario como industrial.

Y un dato relevante es que este comercio exterior está repartido entre más de 20 destinos, lo que evita el posible inconveniente que puede generar cuando un mercado está concentrado en un solo cliente y este, por alguna razón, decide cortar las compras.

“Nuestro país tiene muy atomizada su demanda en este producto. Ningún país comprador supera el 13 por ciento del total de exportaciones. Esto es muy bueno para hacer frente cualquier variación estacional en la demanda internacional de este producto”, remarca la Bolsa de Rosario.

Todo lo anterior es lo que fundamenta por qué, en apenas 20 años, el complejo industrial oleaginoso argentino se consolidó como el tercero más grande del mundo.

En total, en todo el país actualmente operan 55 fábricas con una capacidad teórica de molienda de soja y girasol de 202.800 toneladas por día, de las cuales el 78 por ciento está en el Gran Rosario. Son 20 plantas, de las cuales 12 tienen terminales portuarias anexas al Río Paraná, que pueden moler 158.750 toneladas diarias.

La capacidad total argentina supera a la de Brasil y está apenas por debajo de la de Estados Unidos (205 mil toneladas diarias). En China, pueden moler hasta 360 mil.
 

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