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Infocampo 20-07-2018 - Marina Friedlander Susana Castagneto y Fátima Costa son dos productoras de durazno de Mercedes, provincia de Buenos Aires, que se encargan, una vez por año, de realizar un homenaje a las mujeres rurales de la Argentina. Lo hacen siempre en octubre, el mes en el que se celebra el Día de la Mujer Rural, y, además, conducen dos programas de radio en los que cuentan historias de campo adentro.
Infocampo conversó con ellas en el marco del evento Mujer Rural, nuevos desafíos, prioridades y experiencias, que se llevó a cabo este jueves en la Expo Rural organizado por la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dentro del G20 que sesiona en Buenos Aires.
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Infocampo: – ¿Por qué homenajean a las mujeres rurales?
Susana Castagneto: – Por lo que implica quedarse en el campo. No apuntamos solamente a la mujer ni estamos en el tema de las feministas o machistas, sino que pensamos en la familia. La familia se queda en el campo si la mujer hace el esfuerzo extra, porque lleva la parte más dura. Nuestro emblema es un roble, porque las mujeres son nobles y fuertes como los robles, llevan adelante el trabajo más duro, ayudan al marido y no se habla de sueldos. La familia no tiene sueldos. En el campo – yo soy quinta generación- trabajamos todos juntos y todo se comparte, va a una misma lata.
Fátima Costa: El ministro de Agroindustria bonaerense, Leonardo Sarquís, dijo que no tenemos que hablar de la igualdad, sino de complementariedad. Eso me gustó. No nos podemos igualar con el hombre porque, gracias a Dios, somos distintos.
I: -¿Qué opinan del movimiento feminista y del concepto de “empoderamiento de la mujer”?
S.C: – La palabra empoderamiento no existe. No está en el diccionario y sin embargo la están usando. En el campo se lleva una vida totalmente distinta. Empoderamiento es una palabra chocante, parece que se hablara de una pelea, y nosotras pedimos unión. Hay que unir, no desunir. Además, no se necesita empoderar a la mujer de campo, porque la mujer de campo ya está recontra empoderada. He visto casos impresionantes, como por ejemplo, mujeres que quedaron viudas, grandes, y siguieron adelante solas con su campo. De hecho, en el primer encuentro de las mujeres rurales, una productora hizo 30 kilómetros en tractor porque no podía salir a causa del mal estado de los caminos. Estacionó el tractor frente a la Municipalidad, fue muy emocionante.
I: -¿Han observado casos de violencia?
S.C: – Las mujeres que trabajan en campos en familia en Mercedes no son golpeadas ni maltratadas. Quizás sí haya casos en Santiago del Estero o en el norte del país, pero no en provincia de Buenos Aires. Generalmente, en las familias que trabajan el campo no hay problemas de abuso ni de maltrato. Siguen con una herencia familiar, lo más común es que quien trabaja en el campo lo haga porque se lo dejaron sus abuelos o padres. Los aborígenes reclaman sus tierras del pasado, y eso no tiene nada que ver con el maltrato ni nada relacionado a ese tema. Se hereda, en el adn ya está el trabajar la tierra.
F.C: –El empleado de campo generalmente reclama su pedazo de tierra para poder trabajar. Y tiene su zapallo, su perejil. Si trabajás obtenés el pan de cada día. Y sino, comés el tomate, el perejil, el zapallo que plantaste. Con todo lo que hemos hecho, por suerte tenemos producción todo el año.
I: – ¿Cuáles son los reclamos más importantes y urgentes?
F.C: – Por lo que más hay que luchar es por los caminos rurales y los seguros multirriesgos. Si al pequeño productor le das eso, se te queda en el campo.
S.C: -Es que el peor enemigo es el clima. Hablamos de pequeños productores, no de cosas gigantes. Hay 1,9 millones de personas en la Argentina que son emprendedores rurales. |
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