En memoria de Juan José Valla
 

En memoria de Juan José Valla

FAUBA 02-07-2020 general
En memoria de Juan José Valla

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Durante más de 50 años, el Ing. Juan José Valla ejerció la docencia en la Facultad de Agronomía de la UBA. Pasaron muchos años desde que tuve la oportunidad de estar en sus clases, pero aun así, todavía escucho el tono de su voz y recuerdo detalles de un modo totalmente vívido. Un profesor que en una clase de botánica dentro de un aula conseguía maravillarnos con la naturaleza, entusiasmarnos hacia la diciplina del estudio y la profesión, y al mismo tiempo, explicarnos por qué los visitantes no residentes tenían más éxito en los bailes de los pueblos y con ello, explicarnos entomología. Juan Valla y Rolando León, dos de los cinco Grandes Maestros de la UBA en nuestra Facultad, en ocasión de la re-inauguración del Jardín Botánico Histórico de la FAUBA Juan Valla y Rolando León, dos de los cinco Grandes Maestros de la UBA en nuestra Facultad, en ocasión de la re-inauguración del Jardín Botánico Histórico de la FAUBA Nos enseñó a encontrar el placer en estudiar y no en el aprobar por una diferencia de unos pocos puntos. Nos mostró cuán importante es educarse en conjunto con los docentes y no ser un simple espectador de una clase, y la importancia del modo de evaluar a los alumnos porque de eso depende como estudiamos; sorprendentemente un tema que hoy, muchos años después, está en pleno análisis porque la pandemia del COVID-19 nos ha obligado a repreguntarnos el modo en el que hacemos muchas cosas, entre ellas enseñar. Juan José Valla fue un educador durante toda su vida, aun cuando dejó de dar clases, porque siempre estuvo disponible para conversar unos minutos con cualquier alumno o vecino que llegase hasta él para escucharlo y hablar no solo de agronomía, sino también de astronomía, de música, de arte y de la vida. Desde hace mucho tiempo entendía la importancia de conectar el campo productivo, la ciudad y la educación. Vamos a extrañar mucho verlo en su preciado tesoro que es el jardín botánico de la Facultad, conversar unos minutos y observarlo irse en su bicicleta de siempre. Pero también vamos a recordarlo mucho en cada reconocimiento de malezas, en cada historia colorida que contemos a nuestros hijos sobre insectos polinizadores y en cada oportunidad en la que repensemos como estamos estudiando o enseñando. Un eterno gracias a un ‘maestro en el arte de enseñar’, a un profesor emblemático que, compartiendo todo lo que tenía, nos hizo mejores profesionales y mejores personas.

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